1. El regalo: Un antes y un después (Decimonovena parte)


    Fecha: 10/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... Déjame y las busco.
    
    —Espera, espera un momento, déjame ver de nuevo esta otra fotografía. —Y deslicé mi dedo sobre la pantalla de su móvil, para echar hacia atrás una o dos tomas.
    
    —¿Qué pasa? ¿Qué viste de raro? —Me preguntó Martha intrigada al ver como ampliaba lo que podía en la pantalla, una de las fotos que les habían realizado a sus hijos.
    
    —¡Humm! No, nada en especial. —Hice un corto silencio, grabando en mi mente muy bien aquella imagen–. ¿Quién se las tomó? Es un buen fotógrafo. Capta bien los paisajes y tiene mucho cuidado con los reflejos. —Le respondí, pasándole su teléfono.
    
    —¡Ahh! Ese debió ser su abuelo, el padre de mi esposo. La fotografía es una de sus aficiones, la otra es la floricultura. —Me respondió.
    
    —Mira este es Hugo, en su último cumpleaños. —Y por fin podía observar el rostro del hombre que pretendía a mi mujer.
    
    Era posiblemente un poco más alto que yo. Le calculé unos cuarenta y tres o cuarenta y cuatro años. El cabello negro, con la aparición de canas en sus patillas; cejas pobladas y ojos no muy grandes pero de un color gris como el claro de Luna. Enmarcados eso sí, y hay que decirlo en honor a la verdad, con unas pestañas largas y perfectamente alineadas. Sin embargo su mirada lejos de ser atractiva, era apagada. Casi distante, sin brillo o emoción. Ancho de pecho, con algo ya de barriga y piernas un tanto cazcorvas, nada del otro mundo. Un tipo común y corriente, nada de qué preocuparme, no lo veía con el perfil de hombre que le llamara la atención a mi esposa. Al menos eso creía yo.
    
    —Y bien… ¿Qué te parece mi elección? —Me preguntó Martha.
    
    —¡Pues que te digo preciosa! No es mi tipo, me gustan con más curvas y piel de seda, como la tuya. ¡Jajaja! —Y Almudena acompañando mi broma con su risa, me tomó por sorpresa y colocó con una agilidad prodigiosa, una esposa cromada que retenía mi mano a una cadena que se aferraba a una esquina de aquella cama de hierro.
    
    —¿Pero qué haces? —Le pregunté sorprendido–. Y entonces Martha, me sujetó del otro brazo y Almudena aprovechando mi desconcierto, se me echó encima alcanzando con algo de esfuerzo, la otra cadena. Y entre ella y la fuerza de Martha, me colocaron la otra esposa, venciendo mi resistencia.
    
    —¡Esperen, esperen! ¿Ustedes lo que quieren es violarme? ¿O que pasa? —Les pregunté.
    
    —Jejeje. Para nada tesoro, qué más quisiera yo. Pero no. Sucede que hemos pensado con Martha que sería bonito, darle a tu esposa, a tu amada Silvia, un regalito de nuestra parte. —Me respondió entre risas Almudena.
    
    —Rodrigo, eres un hombre latino muy atractivo y estas muy bien armado, pero corazón, sin tanto vello, te aseguro que se te vera mejor. Hay que acondicionar esa hermosa herramienta. ¡Jajaja! —Y diciendo esto, Martha se puso en pie.
    
    —¡Hey! ¿A dónde vas? —Le pregunté con cierta preocupación de que Martha me dejara allí, a solas con Almudena.
    
    —Voy a llamar a Amalia. Creo que ya debe estar listo. —Y esa respuesta me preocupo aún más.
    
    —¿Listo? ¿Para ...
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