1. Carolina, mi hija. – Segunda Parte y final.


    Fecha: 19/07/2022, Categorías: Incesto Lesbianas Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... mitad por la tela adherente. ¿Por qué con este delicioso cuerpo no puedo encontrar un hombre o una mujer que pudiera hacerme feliz?, pensó entusiasta.
    
    Cuando salió del dormitorio se encontró con mi hija Carolina que cuchicheaba algo a Emma, ambas pequeñas estaban en trajes de baños de dos piezas, se fijo que la hija del pastor vestía un traje muy parecido a su bikini con amarras de tiras a los lados y observó que al igual que el suyo, la parte trasera no cubría las redondas nalgas de la pequeña. Tomó la mano de Carolina y se dirigieron a la piscina.
    
    —¿Estamos listas chicas? …
    
    —Sí, tía … pero vámonos al extremo de allá … no se nadar todavía y es menos profundo allí …
    
    Era justo lo que Beatriz quería, estar en la parte más alejada de la casa y la menos profunda. Mi hermanita se sentó en el fondo de la alberca y sentó a mi hija en su regazo, paso su brazo alrededor de la cintura de Carolina y apoyo su barbilla en el hombro de la chica para susurrar en su oído:
    
    —Tía Beatriz te ama cariño, ¿lo sabes? …
    
    —¡A-há! … y yo también te amo, tía …
    
    —Y qué hay de tú amiga Emma … ¿También la amas a ella? …
    
    —Sí … pero te amo más a ti …
    
    —¿Emma hace que te corras? …
    
    Le pregunto desplazando su mano derecha sobre el muslo de Carolina.
    
    —No puedo decirte nada sobre eso, tía …
    
    —¿Cómo? … ¿Por qué no puedes decirme nada? … ¿Alguien te dijo de no decirme nada? …
    
    —No puedo decir nada de eso, tía …
    
    “No puedo decir nada de eso” era una reveladora respuesta, obviamente significaba que sí, pero ¿quién le dijo que no lo dijera? ¿Quién podría influir en la mente de un niño para que no dijera ciertas cosas? Probablemente su madre sabía lo que estaba pasando y le dijo de no decir nada. Inmediatamente Beatriz sacó sus conclusiones y me retuvo a mí como responsable de lo que le estaba sucediendo a Carolina.
    
    Mientras cavilaba sobre lo que le había dicho su sobrina, no había dejado de mover su mano lenta y suavemente desde el muslo de la niña hasta su entrepierna.
    
    —¡Hmmmm! … ¿Qué tenemos aquí, nenita? …
    
    —Mi coño, tía …
    
    “Coño”, esta palabra es usada mayormente por adultos, la mayoría de los niños la llaman “pipi”, pensó Beatriz.
    
    —¿Qué otro nombre le das? …
    
    —Chocho … panocha … y mamá sabe muchos nombres más …
    
    —A mi la que más me gusta es … “Conchita” …
    
    —¡Uy!, a la tía Magaly le encanta ese nombre … dice que concha es una palabra de niña grande … pero yo no me sé todos los nombres, tía …
    
    —Bueno … ya crecerás y te aprenderás todos esos nombres …
    
    —Pero yo tengo seis años, tía … ya sé lo que es un orgasmo … mamá dijo que era una niña grande …
    
    —Lo eres, tesoro … lo eres …
    
    Así diciendo, Beatriz deslizó su mano al borde de la cinturilla del traje de baño de mi hija y luego más abajo hasta encontrar los suaves labiecitos de su panocha que se escondían en medio a sus suaves muslos. Cuando mi hermana alcanzó el clítoris de Carolina, esta dio un ligero respingo y separó sus piernecitas para darle mejor acceso a su tía de su ...
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