1. Para eso estamos las amigas


    Fecha: 18/07/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Helena, Fuente: TodoRelatos

    ... que tiene— Eva me dió un golpecito y susurró “pervertida”—, le propuse si quería salir a cenar algún día de esta semana. Me dijo que le encantaría y quedamos el jueves en el Ornella.
    
    —¿Por qué siempre llevas a tus citas a un italiano?— preguntó, curiosa, y con razón, había perdido la cuenta de las citas con las que había cenado en ese restaurante.
    
    —Porque hay de todo— le cogí la mano casi sin darme cuenta y seguí contádole, acariciándole distraidamente el dorso con el pulgar—. Tienen carta vegana, sin gluten y los postres están riquísimos. Si no encuentras ahí algo que puedas comer, no lo encuentras en ningún sitio.
    
    —Y qué, ¿os fue bien?
    
    —Oh, sí— el recuerdo de esa noche me hizo reír pícara y Eva se tensó a mi lado. Le apreté la mano que tenía agarrada a la mía y ella se acurrucó más contra mí. Interpreté que me estaba dando permiso para continuar—. Cenamos sin dar el espectáculo, lo prometo.
    
    —No sé si creerte, pero vale.
    
    —Mujer de poca fe… Nos fuimos a tomar la última a un bar cerca de su casa, nos sentamos muy juntas en una mesa y…
    
    —Y ahí sí que disteis el espectáculo, ¿verdad?
    
    —Puede— volví a comprobar que estuviera cómoda, o lo menos incómoda posible, y le conté todo lo que había pasado aquella noche.
    
    Le conté como nos metimos mano por debajo de la mesa del bar, como le subí la falda y le acaricié los muslos mientras nos besábamos desesperadamente. Le conté también como se sentían sus besos, lo suaves que eran sus labios y lo delicioso que fue sentir su lengua húmeda enredándose con la mía.
    
    —Luego subimos a su casa y casi nos arrancamos la ropa en el ascensor. Creo que aún tengo un par de arañazos de las prisas—como parecía bastante cómoda, me permití dejarme llevar por mi propia historia y contárselo todo con pelos y señales—. Entramos en su casa enredadas y me llevó hasta su habitación. Tenía intención de atenderla como se merece, pero no me dejó.
    
    —¿No te dejó?— levantó la cabeza de mi hombro y me miró con curiosidad.
    
    —Me hizo tumbarme en la cama y me desnudó mientras me besaba por todas partes. Tiene unos labios increíbles, te lo juro— le devolví la mirada moviendo las cejas y se rió mientras me llamaba idiota—. Y después…¿estás segura de que quieres escuchar esto?
    
    —Sí, cuéntamelo. ¿Qué te dejaste hacer?— seguía mirándome con esos ojos tan bonitos que tiene y me arriesgué a contarle lo que venía después sin apartar la mirada.
    
    —Me cogió la pierna y la puso sobre su hombro. Me besó la rodilla y la parte interna del muslo hasta llegar a…— la miré con intensidad y ella tragó saliva, nerviosa—. A mi coño. Me lo besó por encima de las bragas empapadas antes de quitármelas y separarme los labios con cuidado. Me rozó el clítoris con el pulgar mientras me lamía arriba y abajo— noté algo en mi muslo, que resultó ser su mano apretándome. Parecía que ni siquiera era consciente de lo que hacía, así que seguí relatándole la maravillosa comida de coño que me había dado mi compañera de trabajo—. Me penetró con la ...
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