1. Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 8


    Fecha: 09/07/2019, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... esfumado.
    
    —Tranquila, mami.
    
    —Estoy tranquila —me intenta convencer, acariciándome ahora ella las mejillas.
    
    En tanto continúe la complicidad entre los dos, estoy seguro que todo irá súper bien.
    
    Mientras Nacho vuelve la miro directo a sus ojos azules, tan brillantes como profundos. Yo también acaricio su tersa mejilla, luego su mentón, y por último sus labios. De reojo miro su pecho y veo, erotizado, ese impresionante escote por donde casi parecen querer reventar sus deliciosas mamas.
    
    —Vamos, vamos, tomen asiento, parejita —nos dice el hombre cuando vuelve.
    
    Y le hacemos caso, nerviosos aún.
    
    Nacho ahora está sentado en el sofá de una sola plaza de la sala de estar. Él, enorme, moreno, con sus ojos negros clavados en nosotros que nos hemos sentado en un sofá de tres plazas frente a él. Nuestro perverso anfitrión nos mira con una curiosidad sucia y curiosa, y con una gran sonrisa perversa y morbosa que me incomoda sobremanera.
    
    —Vamos, beban, así como bebo yo.
    
    Nacho pone tres copas con vino tinto en la mesa de cristal que hay en el centro y yo, confiado, agarro dos copas y le doy una a mamá. Tenemos que relajarnos. Los dos bebemos, mamá más que yo, y luego vuelvo a poner las copas en la mesilla de centro.
    
    —Lo había leído antes —dice él con su voz grave, sosteniendo una copa de vino tinto que se acaba de rellenar—. Lo había visto en películas y en porno… pero siempre quedaba allí… sólo allí… jamás imaginé que… podría encontrar una pareja real, inces… tuosa, madre e hijo… como ustedes.
    
    Respiro hondo. Mamá me sujeta de la mano. Ambos nos entrelazamos. Yo quiero mostrarle al cabrón que Sugey es mía, que haga lo que haga, esta hermosa rubia tetona de ojos azules es mía y no de él. No de papá. No de nadie, sólo mía.
    
    —¿Entonces no te lo dijo Elvira? —le pregunto de repente—. Sobre lo nuestro.
    
    —¿Elvira? —se ríe—. Ya te dije que me lo dijeron mis ojos, esa noche… en las cabañas, cuando los vi.
    
    —No sé si creerte.
    
    —No me interesa si me crees, la verdad. Lo que me interesa es… contemplarlos de cerca.
    
    Y se nos queda viendo otra vez. Mamá, que continúa nerviosa, se flexiona para alcanzar por ella misma la copa de vino. En ese momento sus obesos pechos se desparraman hacia adelante y los ojos morbosos de Nacho se clavan en ellos con deseo, pero no hace ningún alarde por querer agarrarla o manosearla. Él continúa más bien contemplándonos. Mirándonos con adoración.
    
    Me sobresalto cuando noto que los contornos superiores de las areolas rosadas de mamá quedan a la vista. Con una mirada le digo que se acomode el escote, pero ella no me entiende, así que nos quedamos así, los dos juntos, yo sudando frío y ella en silencio, con sus contornos rosas sobresaliendo por el escote. Y Nacho saboreándoselos.
    
    —¿Desde cuándo? —pregunta, y yo sé a lo que se refiere. No quiero darle vueltas al asunto, porque entre más pronto terminemos con esto, más pronto se acabará todo.
    
    —Hace relativamente poco —respondo.
    
    Nacho me mira con ...
«1...345...13»