Tu, mi complemento perfecto 26-Epílogo - Relatos Eróticos

Tu, mi complemento perfecto 26-Epílogo

... que la mencionaba muy a menudo, pero cuando lo hacía en estas circunstancias, era como decirle un “Amor, espero disfrutes estos días de viaje” tal como lo hacíamos cuando éramos más jóvenes. Pero, apenas bajamos del avión, recibí una llamada de nuestro guía turístico, un señor de mediana edad que había contratado para que nos llevara a unos lugares que había escogido junto a mi esposa.

Con toda la pena del mundo, el señor se disculpó por el leve retraso que tendría, ya que el tráfico estaba algo pesado a esa hora y yo, simplemente le hice saber que aquí estaríamos esperándolo. Luego de esperar por quince minutos, llegamos al hotel que había reservado, nos registramos y después de dejar nuestro equipaje, nos fuimos al Palacio Duval.

Una edificación que estaba constituido por un cuerpo central con torres en las esquinas, formando una de las obras maestras del gótico veneciano y que, dependiendo de la hora del día, la estructura adquiriere una tonalidad rosa, conservando siempre en las ojivas góticas simétricas, un color rosáceo con blanco. El resto de la tarde, estuvimos tomándonos algunas fotografías, hicimos unas pequeñas caminatas, comimos algodón de azúcar y conversamos con los lugareños de tan hermosa ciudad.

Cenamos lago ligero y quedamos en vernos con Alonso a eso de las ocho de la mañana ir a conocer un poco más de Venecia, pero desafortunadamente no escuchamos la alarma y llegamos un poco tarde a nuestra cita. Recorrimos tres de los seis barrios de la ciudad, fuimos a las tiendas de artesanías para llevarle algo a los niños y caminamos la Plaza de san Marcos una vez más, pero al ver que en esta ocasión estaba llena de palomas, intercambie una mirada complique con mi esposa y salimos corriendo para asustar a esas pobres aves.

Parecíamos dos niñas haciendo bromas, que andan libres de toda preocupación y es que, en parte así nos sentíamos. Estuvimos tan entretenidas, que se nos pasó la hora del almuerzo y Alonso, nuestro guía turístico, nos llevó a un lugar que tenía por nombre “Ai Garzoti” especialista en la comida mediterránea. Pedimos una deliciosa pizza para comer entre los tres y a cada pedazo que mordíamos, Alonso nos relataba una que otras historias de la ciudad, así como, expresaba su encuentro con otros turistas que venían en la época de verano.

No sé por cuanto tiempo estuvimos allí, pero la experiencia y la buena atención, fue muy agradable, tanto que quedamos en volver al día siguiente. Una vez que nuestro estómago estaba llenito, nuestro guía nos hizo saber que iríamos a dar un paseo por las Gondolas para conocer el puente de los suspiros, uno de los lugares más icónicos y en donde se contempla la belleza de la ciudad más bonita del mundo.

—No puedo creer que estemos aquí —expresó mi esposa.

—Ni yo—la abracé por la espalda—Lamento haber tardado tanto para que estuvieras aquí —coloqué mi mentón sobre su hombro.

—Boba, lo importante es que ya estamos aquí —dijo, al girar su rostro y darme un pico.

Sin ...