Tu, mi complemento perfecto 26-Epílogo - Relatos Eróticos

Tu, mi complemento perfecto 26-Epílogo

Epílogo

Tres años después

Malya

Dicen que algunos hermanos, pueden llegar a ser padres en algún momento de sus vidas, pero jamás esperas que eso suceda de la noche a la mañana y es algo difícil de explicar, porque nadie espera que eso ocurra. Así como tampoco nadie está preparado para crecer y madurar tan rápido, porque así lo quiso el destino y aunque puedes sentirte perdido por ese cambio tan repentino, te das cuenta de que con los años tomas un poco de experiencia, aprendes cosas nuevas y está en nosotros quedarnos con todo lo bueno, en rescatar lo que nos sirve y olvidar aquellos malos momentos que nos hicieron daño, porque no hay nada mejor que mirar hacia adelante y apreciar cada instante que te regala la vida.

Cuando Eliott nació, yo me encontraba en el mejor momento de mi vida, cuando no quieres que nada, ni nadie te moleste o te haga la típica pregunta de ¿Quieres tener un hermanito para jugar? Era hija única, tenía muchos privilegios y ya me había hecho a la idea de que no tendría que compartir, porque se supone que si uno quisiera tener un hermano este debería ser más o menos de tu edad, pero no, ese pequeñajo llego a mi vida cuando yo era mayor y estaba consciente de todo.

Cuando mis padres me dieron la noticia, me llevé un disgusto porque no me lo esperaba, pero conforme fueron pasando los días, me fui haciendo a la idea de que pronto sería la hermana mayor, la que debía dar el ejemplo y todas esas boberías, pese a que una parte de mí, intuía que debía cuidar de ese pequeñajo en todo momento e ir viendo cómo crecía a medida que pasaran los años. Recuerdo que cuando nació, mis padres estaban contentos e ilusionados, mientras que yo, me enamoré de él cuando lo tuve en mis brazos, fuese así como un “Amor de hermanos a primera vista”

Nunca imaginé que nos fuéramos a llevar tan bien, pese a la diferencia de edad y aunque Eliott por un tiempo quiso llevar mi ritmo, entendió que él era todavía muy joven para hacer ciertas cosas, como, por ejemplo; ir a fiestas o tener parejas y terminaba enojándose con nuestros padres por ser el menor de los dos. A veces también nos peleamos por cualquier bobería y era yo, la que salía regañada, pero no le tomaba mucha importancia porque estaba en mundo y solo era una pelea de hermanos, aunque debo confesar que me encantaba hacerlo rabiar.

—Mi amor, ¿Segura que no quieres llevar tu almohada de viaje? Puede que la necesites —mi pelinegra, se acercó para darme un pico.

—No, cariño, estaré bien —contesté, al dejar la fotografía de mis padres sobre la mesa de noche.

—Bueno, iré a revisar si los niños ya ordenaron todo —dijo, al mismo tiempo que se alejaba de mí.

Mientras la vi alejarse, recordé aquella noche en que le conté esa propuesta que me hizo Calie sobre pertenecer al gremio de las familias de acogida y mi pelinegra, saltó de emoción, fue como un sueño hecho realidad para las dos, pues hace mucho que queríamos que Elsa formara parte de nuestra pequeña familia. Sin embargo, ...