1. Los secretos de Jota: Fraternidad táctica (XI)


    Fecha: 11/03/2019, Categorías: Gays Autor: FabianSS, Fuente: TodoRelatos

    ... cuestión de ser práctico.
    
    Juan fue hacia la puerta completamente sudado, con todos los músculos congestionados y duros por el esfuerzo y con la polla goteando.
    
    Salió al salón y fue directo al cuarto de César.
    
    Abrió lentamente la puerta y vio a su hermano desnudo, con el suspensorio blanco, tirado en el suelo y haciendo sus ejercicios de espaldas a la puerta. La cerró con igual cuidado desde el interior y se apoyó en ella de forma chula.
    
    Cesar se pego un pequeño susto y se giró. Su rabo pegó un golpe en sus suspensorios al ver a Jota allí de pie, pegado en su puerta, completamente desnudo, sudando, respirando profundo y con aquellos músculos tan perfectos congestionados y puestos en guardia. Varias zonas como la abdominal y la pectoral se apreciaban algo más rojizas. Miró un segundo a su rabo. Estaba semi duro, también algo rosado por la punta, signo de la fricción de la follada y del que aún y goteaba de vez en cuando pequeñas perlas e hilos de semen.
    
    Juan se adelantó lo pilló de los pelos y le puso el rabo a medio centímetro de su boca.
    
    Para César aquello era un puto manjar: rabo sudado y lefado de su Dios. La única pega era notar aquel sabor extraño que seguramente fuera de la vagina de su hermana. Eso le generaba un sentimiento de asco y vergüenza, pero que no impedía disfrutar de aquella otra parte.Estaba claro cuál vencía.
    
    César chupó y trago hasta la última gota de todo lo que aquel perfecto rabo tenía a medida que lo notaba descincharse en su boca. Completamente flojo, el tamañoseguía siendo increíble. El de un macho alpha de verdad, eso lo tenía claro.
    
    César obedeció, y tirando de sus pelos arrastró su lengua por su pubis sudado haciendo que recogiera aquel sabor a sudor y sexo. Después le tiró un poco hacia arriba para que se irguiera y siguió repasando su lengua por el abdomen, el canalillo de aquellos pectorales firmes donde se agolpaba buena cantidad de sudor, y por último, le encasquetó la cabeza en su axila haciendo que aquel chico varios años mayor y completamente fiel y sumiso a él, le lamiera ambas axilas repletas de su olor y sudor.
    
    La ansiedad de César por limpiar hasta el último milímetro de aquel majestuoso cuerpo no tenía parangón.
    
    Cuando terminó de usarlo como un trapo lo empujó al suelo de nuevo.
    
    Jota cogió la puerta y desapareció dejando allí a un César muy cachondo con una marca de sudor de quien él consideraba que era su Amo.
    
    Bruno sonrió y le dio un abrazo dulce que Juan recibió agradecido. 
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