1. Cremosa tentación


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Dany Campbell, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuándo volverían, por lo que debía de aprovechar el tiempo. Me saludó con cariño, como hace siempre. Procedió a colocarse su camisón de dormir y justo cuando estaba por venir junto a mí, alguien tocó la puerta. Era una de sus amigas, le pidió que por favor le acompañara al baño. Se calza unas chanclas y va a socorrerla.
    
    —Ya vuelvo, mi amor —me dijo antes de irse y me lanzó un beso.
    
    Se estaba tardando mucho, veía a la gente pasar y pasar pero ni rastro de ella. Nuevamente, me perturban unos jadeos en las cercanías. Esta vez parecían venir de la cabaña contigua. Voy a curiosear. Apenas salgo, noto mejor de donde proceden: de la parte trasera de mi cabaña. Me acerco despacio, rodeando las paredes. Oigo cada vez mejor los gemidos de una tía, acompañados del choque rítmico de piel con piel. Al girar la última esquina, los vi. Otra vez el corazón se me agitó, parecía que se me iba a salir por la boca. La garganta se me secó de repente. Inclinada, con las manos aguantando en la pared y las bragas a la altura de las rodillas; y él, con los pantalones bajados y sus marcados músculos al aire: se encontraban gozando como posesos con aquel impetuoso vaivén.
    
    —¡Aahg! Me corro tía.
    
    —Acábame adentro, hijo de puta —le respondió completamente salida.
    
    —¿Segura?
    
    —¡Sii!
    
    Se lo pensó unos segundos, luego aferró sus manos en su cintura y procedió a llenarla de lefa con tal potencia que el tío parecía desfallecer. Tras eso, ella se apartó de él sin más, subió sus bragas y se alejó contoneando las caderas. La expresión de aquel tipo al verla irse tan fríamente luego del orgasmo era de lamento.
    
    No podía tragar mi saliva. Llegó la hora de la verdad, entró en la cabaña, y yo detrás, temblando.
    
    —Mi amor, ¿dónde estabas? —dijo ella sentada en la cama, con las piernas cruzadas.
    
    —Lo sé todo —intenté sonar firme, seguro—, el bocazas me lo contó todo y recién te vi con el otro macarra —pero mi tono se quebró—. ¿Cómo puedes ser tan promiscua así?, y no sólo por la falta total de discreción, sino porque estos tíos se corren dentro de tí, a pelo…
    
    —No mi amor, no te preocupes por eso. —Se pone a rebuscar en su mochila y rápidamente me muestra una tableta de pastillas anticonceptivas.
    
    Me quedo unos segundos recalculando ante su acción…
    
    —¿Piensas que eso soluciona todo? Mi am… Digo ¡tú! Yo te suelo comer el conejito, no pensaste en que pudieras contraer algo, ¿algún herpesín?, ¿un sifilín? ¿¡Eh!?
    
    —Nono, los revisé bien, tampoco te preocupes por eso —me responde sin ningún ápice de preocupación.
    
    No podía entender tanto descaro, me siento en la cama junto a ella para decirle una última cosa antes de salir corriendo de allí:
    
    —¿Por qué bonita, por qué lo has hecho?
    
    —Es que, mi amor… Una de las cosas que más me encanta es poner los cuernos y luego volver a la cama llena de leche. De sólo pensarlo ahora me dan ganas de pajearme —su tono expresaba entusiasmo, pasión por el accionar.
    
    Le tomo de los hombros:
    
    —Como sea, no somos más novios, ...