CUIDADO CON LO QUE DESEAS … (4ª parte) - Relatos Eróticos

CUIDADO CON LO QUE DESEAS … (4ª parte)

... saqué el condón y le compensé el orgasmo del principio limpiándole el rabo a conciencia con mi boca y pajeándolo hasta que, en pocos minutos, volvió a correrse. Dirigí su polla hacia mis senos y le ofrecí en primer plano el espectáculo de su leche regando mis grandes pechos mientras le miraba a los ojos y le sonreía.

Se marchó agradeciéndome mi “entrega” y diciéndome que ojalá coincidiésemos en otras circunstancias para poder charlar largo y tendido y, si se terciaba, algo más.

“¡Anda y vete al carajo, imbécil! En eso estaba yo pensando, en coincidir contigo, so putero” – pensé para mis adentros.

La tarde discurrió sin sobresaltos. Hombres que venían a follar rápido. Unos con desprecio, otros intentando dar charla como si fueses una conquista hecha en la barra de un bar, pero todos al fin y al cabo pagaban por algo que no era solamente sexo. Pagaban por sentir poder y dominio sobre una mujer que estaba obligada a acceder a todos sus deseos.

Antes de atender al último hombre que tenía programado me llamó Samuel. Me dijo que tenía un servicio a las 11.30 de la noche en un hotel de las afueras. Que serían 3 horas, hasta las 2,30. Samuel me dio el número del taxista que me llevaría al hotel y que me recogería para traerme de vuelta al finalizar.

Al penúltimo cliente lo despaché 5 minutos antes de acabar el tiempo previsto. Descansé un poco tirada en la cama. Después de unos 20 minutos me duché y me preparé. Me enfundé en un vestido rojo de tubo escotado que se clavaba a cada una de mis curvas, me moldeé el pelo ligeramente y me calcé mis tacones rojos.

A las 11.10 de la noche sonó el teléfono. Era el taxista. Era un chico joven y hablador. Hizo el camino bastante ameno con su charla, sus chistes y sus piropos. Me hacía reír y me gustaba que me agasajase con sus obscenidades acerca de lo buena que estaba y lo mucho que le gustaba cómo me había vestido.

Llegamos al hotel en 15 minutos, había poco tráfico. El taxista me indicó que estaría a la hora de salida y que si salía antes que lo llamase para venir a recogerme.

Entré dando las buenas noches al recepcionista que me preguntó que a qué habitación iba. Le dije que a la 232.

“El señor García.” – dijo y yo afirmé con la cabeza. Me miró de arriba abajo y me pidió que me acercase al mostrador.

“Si cuando termines quieres hacer un trabajito extra mira lo que tengo aquí” – no pude evitar mirar por encima del mostrador y ver que tenía la polla en la mano el muy imbécil.

“Anda y pajéate a gusto, cerdo. No vas a probar lo que ves” - dije mirándolo con desprecio y me dispuse a subir al ascensor.

“Joder con la puta. Sí que tiene carácter” – exclamó el recepcionista entre carcajadas.

Llamé a la puerta de la habitación y me abrió un hombre de mi edad aproximadamente. Tenía el pelo cano por las sienes y llevaba un corte de pelo al cepillo, bastante marcial. Mediría 1,75 y se notaba que su cuerpo estaba trabajado con horas de gimnasio y algún que otro tratamiento de esteroides. ...