1. CUIDADO CON LO QUE DESEAS … (4ª parte)


    Fecha: 05/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Lola Desatada, Fuente: TodoRelatos

    El fin de semana siguiente fue mi comienzo. Sinceramente pensé que todo sería tan excitante y placentero como hasta aquel momento, pero no fue así. Ejercer como puta, aunque sea en un juego que te excita, es extremadamente duro y desagradable. Sin lugar a duda, no conoces el verdadero trasfondo de las personas, y en concreto de los puteros, hasta que no pasas por aquí. No creo que ninguna mujer pueda por voluntad propia pasar por este calvario de forma prolongada si no es acuciada por la necesidad, en una u otra manera. Mi conclusión es que esta forma de vida que llevan muchas mujeres y que yo sólo compartí por un mero juego sexual con mi pareja, no puede mantenerse de forma continuada en el tiempo y sin tener graves secuelas físicas, psicológicas o caer en adicciones para poder sobrellevar un día a día insoportable.
    
    El primer día, tras llegar al apartamento y pegarnos un polvazo memorable Samuel y yo bajo la mirada de Antonio, me tomé una ducha y me preparé. Al salir del baño sólo quedaba en el apartamento mi chulo, Samuel. Me deseó suerte en mi primer día y me pasó la lista de los clientes confirmados. Entre las 5 de la tarde y las 10’30 de la noche tenía 7 clientes que sólo me dejarían media hora de descanso entre medias.
    
    Mi primer cliente era un hombre de más de 70 años. Canoso, calvo y regordete. Venía vestido con un traje de corte bastante antiguo con una corbata marrón horrible. Ese hombre no me hubiese tocado ni con un palo en condiciones normales. Su pinta era repulsiva y su mirada de cerdo aún más.
    
    Lo recibí con un conjunto de lencería negro, liguero y medias negras. Llevaba encima una bata fina de seda negra atada a la cintura con una cinta. La bata apenas me llegaba a tapar el culo por lo que podían verse perfectamente mis muslos y las cintas del liguero.
    
    Llamó a la puerta y abrí dándole paso. Cerré la puerta tras él y le pedí que se sentase.
    
    “¿Qué quieres que hagamos?” – le pregunté con bastantes nervios.
    
    “¿Tú qué crees?” – respondió cortante y borde. “He pagado una hora de servicio y me he tomado hace 20 minutos una pastillita. Quiere decir que vamos a usar todo el tiempo que he pagado, así que no perdamos ni un minuto más” – continuó diciendo en el mismo tono.
    
    Poniéndose de pie frente a mí me agarró de la cintura y me hizo girar despacio. Me dio una palmada en el culo con aquellas manos ásperas y rudas que tenía y me abrió de un tirón la bata.
    
    “Sí, estás tan maciza como en las fotos” – dijo mordiéndose los labios y mirándome con aquella mirada asquerosa que tenía.
    
    Se soltó el cinturón y abrió sus pantalones dejándolos caer junto con sus calzoncillos hasta los tobillos dejándome ver una polla pequeña totalmente dura y casi enterrada en una pelambrera canosa bastante desagradable.
    
    “Venga, a comer polla, perrita. Veo en tu cara que lo estás deseando” – ordenó.
    
    No salía de mi asombro con la suficiencia con la que me trataba aquel despojo de hombre que no valía un duro.
    
    “Ummmmmm, veo que conoces a las ...
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