1. El escort


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... pequeño botón.
    
    Los dedos se detienen por un momento para buscar el punto G y lo aprieta repetidas veces. Mi excitación y mis gemidos van in crescendo e invaden la estancia. Cuando creo que voy a correrme de gusto, se detiene como si lo supiera y me quedo quieta respirando aceleradamente. A continuación se incorpora y se deshace completamente de los slips, mientras hace gala de una tranca que sobresale exageradamente de su pubis, se coloca un preservativo, me separa las piernas, se coge el sobresaliente miembro y me lo hunde con parsimonia hasta que mi ano saluda a sus pelotas, después, con el mismo comedimiento lo vuelve a sacar e inicia un lento movimiento de vaivén en el cual siento como la jodida barra de hierro me llena hasta los higadillos, pero me encanta. Le pido que incremente el ritmo y no se hace de rogar. Empieza a atizarme pollazos al mismo tiempo que mis piernas se engarzan a su cintura atenazándola.
    
    Estoy tan caliente que no quiero retardar el clímax y me dejo llevar por el deleite de la polla entrando y saliendo de mi coño, de tal modo que en cuestión de segundos el orgasmo me golpea, y al igual que un tsunami arrasa con todo lo que pilla a su paso sin detenerse ante nada, una oleada de placer me atraviesa y se instala en mi coño durante un interminable minuto entre gritos desenfrenados, mientras Hugo sigue follándome sin parar. Cuando el clímax empieza a remitir, siento que otro orgasmo empieza a fraguarse en mi columna para descender de nuevo hasta mi coño, y sin dar crédito estoy gozando de otro clímax espectacular entre jadeos a los que no puedo poner fin, y en medio de ellos, le pido por favor que pare porque no puedo resistir la sensación. Cuando lo hace, siento un alivio momentáneo, pero también un vacío dentro de mí.
    
    A continuación se recuesta a mi lado y contemplo su falo erecto enfundado en un preservativo blanquecino, fruto de mis caldos y me incorporo para mamárselo. Le quito el condón y atenazo la verga con ambas manos, acto seguido recorro la longitud del tronco con la lengua recreándome en cada capilar para después masturbarlo delante de mi cara durante unos segundos. La tiene tan dura que no importa lo mucho que la apriete. Es, como he dicho, una jodida barra de hierro que me meto en la boca hasta atragantarme, a continuación la saco y empiezo a bascular mi cabeza arriba y abajo, salivando al mismo tiempo. Hago un aro con mis dedos índice y pulgar para recorrer el tallo, al mismo tiempo que mi boca devora el cipote. Con sus movimientos de pelvis me anima a acelerar el ritmo y yo entiendo su señal, por lo que intensifico la velocidad hasta que le leche inunda mi boca, de tal modo que al mismo tiempo que voy mamando, dejo escapar el semen por la comisura.
    
    Su mano aprisiona mi cabeza para que no abandone la felación. Sólo lo hago cuando la fuente deja de manar para seguir lamiendo un tronco completamente mojado de su esencia. Poco a poco va perdiendo su consistencia sin que mi lengua deje de saborear la ...
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