1. El escort


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... dar con él. Pincho en la imagen donde está en actitud provocativa con unos slips blancos de Calvin Klein escondiendo unos atributos que no resulta difícil adivinar. Le doy clic a la imagen y otras similares se abren mostrando su apolíneo cuerpo adornado con una excelente y apetitosa polla que se aprecia desde varios ángulos.
    
    Mi boca se abre involuntariamente y mi coño vuelve a segregar fluidos como una hoja escarchada que gotea cuando recibe los primeros rayos del sol de la mañana, y tengo que volver a tocarme para aplacar mi calentura, sin embargo, con ello lo que hago es empeorar las cosas. Empiezo a transpirar de la excitación imaginando al apuesto muchacho encima de mí, y pese a tener claro que quiero hacerlo, las dudas no dejan de amartillar mi cabeza porque con esa llamada van implícitas muchas otras cosas. Sé que quiero a mi marido y también sé que no es compatible una cosa con la otra, de modo que mi confusión es manifiesta y mi dilema consiste entre lo que es éticamente correcto y lo que me apetece hacer. La sensatez combate contra mis deseos, pero en esa lucha sé que el sentido común va a perder la batalla. Ahora tengo el teléfono en una mano y el número de la agencia en la otra. Me armó de valor y decido hacer la llamada de la insensatez marcando el número. Soy consciente de que esta decisión puede acarrearme serias consecuencias y puede también que sea algo que me pese siempre, también corro el riesgo de echar mi vida por la borda por unos momentos de placer, pero ya es tarde para arrepentirse. Escuchó al otro lado una respuesta pronunciando el nombre de la agencia. Inmediatamente pregunto por el modelo que me interesa y por su disponibilidad. Sé que está disponible las veinticuatro horas del día, pero podría ser que anduviera ocupado en esos momentos, y confío en que no lo esté porque no me apetece estar con nadie más. Es como cuando algo te entra por el ojo y desde ese momento ya nada podría suplirlo, ni encajar en ese esquema de valores que se había estructurado en tu cabeza.
    
    No tardan más de un minuto en darme una respuesta afirmativa y automáticamente me pasan con el escort. Yo estoy dispuesta a ir a su casa, lo que no quiero es que venga a la mía, sin embargo, él tampoco recibe a sus clientas en su hogar, pero me dice que si yo estoy de acuerdo, él se encarga de gestionar el hotel. Imagino que debe haber algún tipo de convenio entre ellos, pero a mí eso me da igual, de hecho me quita problemas de encima.
    
    Fijamos hora y lugar, de tal modo que quedamos a las nueve en la habitación del hotel, con lo cual, me sorprende que ya sepa hasta el número de habitación.
    
    Me doy otra ducha y me coloco la lencería que me he comprado en el Corte inglés: unas diminutas braguitas de encaje blancas completamente transparentes en las que se aprecian perfectamente los pelillos del pubis y la forma de mi sexo. El sujetador cumple únicamente la función que le da su nombre, no otra. Me miro al espejo y considero que he hecho una buena compra ...
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