1. El escort


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... con la lencería, quizás con tres o cuatro kilitos menos estaría perfecta, en cualquier caso, pienso que aún puedo levantar pasiones. Me pongo una falda ajustada gris por encima de las rodillas y una blusa negra sin escote. Para rematar el conjunto me planto sobre unos tacones de diez centímetros que estilizan mi figura. Unas gotitas de Ángel de Thierry Mugler en el cuello harán el resto. Cojo mi bolso con mis cosas y enfilo de nuevo hacia Valencia.
    
    Mientras conduzco tengo que contraer constantemente los labios de mi sexo porque estoy tremendamente excitada. Salgo con tiempo más que suficiente de casa porque no soy muy hábil al volante, pero llego antes de lo previsto. Quizás, con mi ansia, le he pisado al acelerador más de lo normal sin darme cuenta y por ello a las ocho treinta y cinco estoy aparcando el coche relativamente cerca del hotel.
    
    Al entrar me percato de que en esos momentos no hay nadie en recepción y aunque la habitación está en la primera planta, cojo el ascensor porque la falda estrecha me dificulta subir escaleras.
    
    Son las nueve menos cuarto. He llegado con tiempo de sobra, pero da igual. Estoy muy nerviosa y, a pesar del frio, estoy transpirando. Tan osada que soy en determinados momentos y tan retraída ahora. Siento que el corazón va a salírseme del pecho cuando se abre la puerta, y ahí está él, como un semidiós, sonriendo, teniendo la certeza de que va a dármelo todo. Seguramente sabe de antemano lo que yo necesito, porque no sé si se ha dado cuenta, pero estoy braceando en un mar de dudas.
    
    Doy por hecho que se llama Hugo, tal y como se anuncia en la página, pero no sé si es su nombre real, o tan sólo es el de guerra, en cualquier caso poco me importa. Y contrariamente a lo que pudiera imaginar, va muy elegante, aunque informal. Tiene un sexapil que encandilaría a cualquier mujer, al menos a mí hace que me tiemblen las piernas en ese momento, e imagino que él es consciente del deseo que provoca en las mujeres.
    
    Lleva unos pantalones chinos color caldera y una camisa de manga larga de un blanco nuclear perfectamente entallada y planchada que se ajusta a su cincelado cuerpo. Los dos colores combinados le dan un contraste llamativo y sugerente a la vez. La camisa la lleva por fuera del pantalón y una vuelta de manga descubre una pulsera de cuero ajustada a su muñeca, dejando entrever también un tatuaje de algún motivo tribal.
    
    Nos miramos unos segundos y él percibe mi nerviosismo e intenta tranquilizarme, pero le digo que todo va bien.
    
    Quiero darle un beso y que mis labios se llenen de los suyos, pero todavía albergo ciertos recelos que él hace que se disipen cuando acerca sus labios carnosos a los míos, y yo no quiero que los despegue nunca, en cambio, me quita la miel de su beso para hacerme pasar. Cierra la puerta y nos miramos fijamente mientras mi boca se abre ansiosa obligándome a abalanzarme en busca de la suya que me recibe con la misma codicia. Mis manos se aventuran buscando cada rincón de su ...
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