El sexólogo de Puerto Madero II - Relatos Eróticos

El sexólogo de Puerto Madero II

—¿Qué pretende hacer doctor?— Pregunté con total picardía, sus labios no perdieron tiempo, ya estaban tejiendo un beso a lo largo de mi cuello, haciéndome temblar de nuevo. Poco a poco comenzó a quitarme la chaqueta, mordió suavemente mi hombro derecho, y yo mordí mi labio inferior.

—Te haré delirar. — dijo serio, y en un rápido movimiento sentí que mi cuerpo giró y se presionaba contra la puerta.

—¡Oh! —exclamé sorprendida, no vi donde tiró la chaqueta. Su mano tomó firmemente mis mejillas.

— Contrólate a partir de ahora. – Sentí su mano pasar en mi intimidad sobre mis pantalones sin vergüenza alguna, a pesar de la desfachatez me gustaba la sensación de ser tocada de esa manera. La mano que antes sostenía mi rostro ahora estaba masajeando mis senos, haciéndome temblar de nuevo, y se arrodilló frente a mí.

—Hum. — murmuré, cuando menos lo esperaba sus manos estaban abriendo el botón de mi pantalón. Mi intimidad ya está toda mojada, ¿qué hombre es este? ¿Él siquiera existe? Me está volviendo loca, moví mis piernas, contrayendo así mi intimidad cuando sentí que estaba expuesta a él.

—No uses más nude. — dijo serio. Me bajó los pantalones y las bragas un poco más lejos de mis rodillas, oh, no puedo creer que me vaya a hacer esto, apoyé la cabeza contra la puerta, controlándome para no hacer ningún tipo de ruido.

—Doctor. — susurré, tratando de agarrar su cabello, pero él fue más rápido, agarró mis muñecas y las presionó contra la puerta, parándose de nuevo.

—Cálmate. —ordenó —asentí con la cabeza. Me subió la blusa , que por suerte para mí estaba holgada, analizó mis pechos. —Necesito sentirte. —habló con un tono desesperado y me quitó la ropa, lo ayudé, solo estaba en sostén. Su mirada era hambrienta, sentí mi rostro arder de vergüenza, traté de tapar mis pechos pero me detuvo. —Te dominaré. – dijo maliciosamente y me quitó el sostén dejando mis senos completamente expuestos a él.

—eso no está bien. Será mejor que paremos. —cuando estaba por terminar mi frase sentí su boca agarrando ferozmente mi seno derecho, sentí su lengua recorrer el pezón, cerré mis ojos, ya sin poder razonar entre el bien y el mal, la sensación de su hábil boca jugando con mi pecho me está volviendo loca. —Aaah. —Gemí cuando su mano encontró mi intimidad, no dejaba de chupar mi pecho, hacía dos movimientos al mismo tiempo, su masaje en mi sexo es lento y poco a poco va aumentando el ritmo, mordí mi labio inferior cuando me penetró con un solo dedo, contraje mis piernas.

—No hagas ruido. —dijo mirándome a los ojos, su boca estaba roja. En un movimiento rápido me tomó en su regazo, luego sentí que mi espalda se presionaba contra el sofá. Mejor así, más cómodo para mí, solo puedo estar loca, me voy a entregar a un total desconocido, mi mente dice que no, pero mi cuerpo pide sus caricias y ¿qué mujer se niega a un hombre así? Lo miré, me quitó los pantalones y las bragas, estaba completamente desnuda, lista para que hiciera lo que quisiera conmigo, ...