1. El ataque de los power bottoms


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Gays Autor: SantiagoRodriguez, Fuente: SexoSinTabues30

    ... a introducírsela por completo en la boca. Ahí yo ya no pude mantener el silencio y espeté un “¡AAAH!” lo suficientemente poderoso como para que se escuche en todo el segundo piso de su casa y en varias casas más.
    
    Él prosiguió y, en un alarde de agilidad, sin dejar de trabajarme la pinga se quitó el buzo y quedó en suspensores rojos, permitiéndome magrear sus nalgas perfectas. De inmediato, me ensalivó cuidadosamente la pija por varios minutos y luego procedió a sentarse en ella, introduciéndola en su culito húmedo y caliente, lento pero seguro. Su cuerpo era un regalo celestial: esculpido por los dioses, con las tetillas rosaditas y pronunciadas, los músculos marcados, perfectamente lampiño, las venas del pecho visibles debido a lo blanco de su piel. Ajustaba y relajaba el esfínter mientras engullía mi mástil, provocándome un placer hasta ese momento desconocido, hasta que lo tuvo todo adentro. Entonces empezó a mover la cadera en círculos, marcando todos los músculos de su cuerpo por el esfuerzo, mientras me besaba y lamía mi cuello. Yo, sin dejar de gruñir por el placer que me estaba dando, lo tenía sujeto con firmeza por la estrecha cintura y creo que hasta le dejé marcado los dedos.
    
    “Cuidado que se me viene”, le dije, pero él siguió como si nada. “Se me viene… se me viene… se mmmm… mmmm… ¡¡¡SE ME VIENEEEEEE!!!”, grité y él respondió: “¿No quieres venirte varias veces al hilo? ¿No quieres dejar tu leche de oso maduro dentro de mis entrañas? ¿No me vas a dejar sentir tus potentes chorros calientes? ¿No quieres hacerme varios hijos…?”. Y siguió diciendo cosas de ese tipo que no pude escuchar porque empecé a explotar de gusto y a botar una cantidad de leche inusitada. Él seguía hablándome y moviéndose mientras yo me retorcía de placer en un orgasmo rampante que no tenía cuándo acabar, una especie de clímax perpetuo que se intensificaba cada vez más y por el cual yo no paraba de eyacular. Descontrolado, le clavé los dientes en el cuello y lo nalgueé hasta que las palmas de las manos me quedaron rojas y ardiendo.
    
    No sé cuánto tiempo estuvimos en esas, pero para cuando dejó de moverse y me dio un respiro, vi de reojo hacia la ventana; ya empezaba a anochecer. Yo estaba temblando de cansancio y placer. “¡Pensé que los power bottom eran una leyenda urbana, bebé!”, dije resoplando y casi gritando. Sebas sonrió coqueta y masculinamente. Se sacó mi verga del culo muy despacio y me la limpió con la lengua; mi glande, hipersensible, con cada lamida mandaba descargas eléctricas directo a mi cerebro… nunca había sentido algo así.
    
    Encuentro con Nico, el hermano gemelo
    
    Le pedí disculpas a Sebas por los gritos y la bulla de las nalgadas; él me besó con lengua en silencio. Se echó sobre mi pecho y se puso a hacer círculos en mis vellos con sus dedos. “Tienes canitas en el pecho, ¡qué rico!”, dijo a media voz. Le dije que estaba a punto de quedarme dormido y él me dijo que no había problema.
    
    Habré dormido media hora y desperté con unas ganas ...
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