Una yegua de sangre azul - Relatos Eróticos

Una yegua de sangre azul

... que salió de Marsella rumbo a Sicilia, donde fue interceptada por un buque pirata cuando iba en busca de su futuro marido, un coronel del ejercito.

Como sirviente, había sido dócil y había caminado sobrecogido detrás siempre de su orgullosa ama.

Sin embargo, desde su captura y entrenamiento por parte del Jeque, Adnan se había ganado el orgullo de ser todo un semental.

Cuando se reunían en el establo de cría, Adnan siempre se tomaba su tiempo para cubrirla bien, a menudo apretando su polla dentro del coño de la que fuera su ama y lamiéndole su piel, mientras se la follaba, delante del Jeque y muchas veces incluso sus invitados.

Como criado, Adnan siempre había parecido un poco cómico en su afán por complacer... Ahora, la condesa vivía con miedo a sus estados de ánimo posesivos.

El jeque siempre estudió cuidadosamente cada emparejamiento... Unos lo eran para producir los preciados caballos de carreras árabes... Otros fueron criados para la producción de leche o para la fuerza física.

Como era obvio, la condesa había pensado mucho en esta práctica de emparejamiento durante los años de su cautiverio y había llegado a la conclusión de que el ganado real sería mucho más eficiente si utilizaba animales en vez de humanos.

Los humanos no eran tan fuertes como los bueyes, ni tan rápidos cómo los caballos... Además, ninguna mujer podía competir con una vaca por la cantidad de leche que ésta producía.

Le quedó claro que la mayoría de los propietarios de fincas tendrían el buen sentido común de que fueran los animales quienes realizasen esas tareas, que los humanos nunca ni siquiera los igualaría.

La condesa había llegado a la conclusión de que aquellos propietarios que mantenían ponyboys y ponygirls lo hacían más por deleite perverso que por cualquier otra cosa.

Como prueba de ello, el Jeque se complacía en atormentar sus bienes humanos... Le encantaba llamar a la condesa de Shire por su título completo, un recordatorio de sus días como una orgullosa mujer noble de la corte francesa y ahora una esclava yegua.

El año pasado, incluso había ido tan lejos como para unirla a la fuerza con un pequeño pony Shetland, una mascota de su hija Farah.

Tal unión nunca podría dar frutos, por supuesto, pero ver a su orgullosa esclava esforzándose por ser follada bajo el animal, había causado un placer enorme en el Jeque y sin duda lo repetiría más veces, cómo así fue.

También el Jeque hacía que la pequeña mascota de su hija Farah volviera a follar a la condesa cuando habían invitados, para que miraran y se maravillasen como le entraba la gran polla en su coño y de cómo la tenía de sometida y esclavizada.

Hoy, el silencio de la madrugada fue roto por el crujido de una puerta de madera... La joven hija del Jeque, Farah, entró en el granero iluminado por la luz del amanecer.

Para sorpresa de la condesa, esta mañana llevaba un invitado con ella... Era el joven Moham que estaba acompañando a Farah mientras hacía sus rondas ...