1. Desvirgo a Vika, mi hijastra cachonda


    Fecha: 30/06/2019, Categorías: Incesto Autor: AmoMuyEstricto, Fuente: TodoRelatos

    ... la ducha pensó que podría ser el momento y se pasó casi todo el tiempo rozando su culo contra mi polla o besándola. Ese día no tenía ojos para otra parte de mi cuerpo. Si bajaba la mano involuntariamente, ella ya se arrodillaba y sacaba su lengua. Si miraba su culo, ella me lo ofrecía y separaba con sus manos. Yo disfrutaba de mi desnudez y cómo ella siempre estaba atenta al estado de mi verga, procurando que siempre estuviera dura.
    
    La comida de ese día incluyó gran cantidad de marisco. Quería estar pletórico de energía esa tarde. Muriel había preparado nuestra mazmorra cuidadosamente, limpiado cada superficie, ordenado los látigos. Me excitaba especialmente que mi perra me preparase el lugar elegido para desvirgar a mi segunda perra y ella lo consideraba como un regalo que me estaba preparando. No obstante era la primera vez para Vika y quería que fuera algo íntimo, así que Muriel no sería testigo ni partícipe del desvirgamiento. Culminó su ofrenda al dejar a Vika sobre la mesa de tortura y sujeta por el cuello, las manos y las rodillas y con los ojos vendados.
    
    —Lo has hecho perfecto, Muriel, tal como yo había imaginado. Gracias por todo lo que has hecho, Vika y yo necesitamos estar solos. Puedes hacer lo que quieras esta tarde —le indiqué a mi obediente Muriel, que aunque no valoraba especialmente esos momentos de libertad que le daba, no podía hacer otra cosa que aprovecharlos.
    
    —Gracias a usted, realmente he disfrutado haciéndolo, estoy realmente orgullosa de entregarle este regalo y ver lo feliz que lo hace. Siento que le complazco más que nunca —respondió esa Muriel generosa, ese ángel en la Tierra.
    
    Yo tenía cierta impaciencia por usar ese cuerpo virgen por primera vez, pero no pude evitar dar un largo beso en la boca a Muriel con su cara entre mis manos antes de dejarla ir.
    
    Pocos segundos después mis manos se apresuraban a palpar cada centímetro de esa piel tersa y suave de ese cuerpo preso. Recorrí sus piernas colgantes, su abdomen plano, sus pechos enormes, su largo cuello, sus labios. Detuve mis dedos en sus labios y ella empezó a besarlos.
    
    —¿Hay algo que quieras decirme? —invité ingenuo a Vika.
    
    —Anoche me corrí. Fue sin querer. Junté mucho las piernas y en sueños me corrí. Ese piercing llevaba tres días golpeando mi pepita.
    
    Lo cierto es que mi pregunta solo pretendía ofrecer a Vika la última oportunidad para cambiar de opinión, no esperaba una confesión. En cambio, Vika se sentía culpable desde que se despertó a media noche orgasmando sin permiso, ni descanso, pero no había tenido ocasión de contármelo. Mi orden había sido clara y rotunda desde el anillamiento del miércoles: cero orgasmos. Su cuerpo no había sido capaz de aguantar tantos estímulos.
    
    —Entonces tal vez deba dejar que sigas siendo virgen si tu cuerpo no es capaz de obedecerme —sugerí un cambio de guion que Vika no podría soportar.
    
    —Lo siento, lo siento. Puede castigarme como quiera, pero por favor, desvírgueme ya y comience a usar mi cuerpo ...
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