1. La mamá de Joaquín. Cap 1


    Fecha: 28/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... acostumbrado a pelear. No tiene fuerza en los brazos.
    
    —¡Matalo Pitu, matalo! —gritó desquiciado el Brian.
    
    No tuve más opción. No iba quedar como un logi frente a la mitad de la escuela. Cuando Joaquín me pegó, al instante, como dándose cuenta de que se había zarpado, abrió grande los ojos, y se puso pálido del miedo. Pero ya no había marcha atrás. Le devolví la piña en la geta, y después otra en la nariz, y después otra, y otra.
    
    El chetito se cayó al piso, con toda la geta ensangrentada. Me agaché, lo agarré del guardapolvo, rompiéndole un botón. Cerré mi puño y lo apunté a la geta. Si no se quedaba quieto le iba a tener que seguir pegando. Ya me estaba dando lástima, pero si se hacía el vivo iba a seguir cobrando.
    
    Por suerte se quedó en el molde. Además, Agustina, una de las pibas más lindas del aula, me agarró del brazo y me pidió que deje de pegarle. No le podía decir que no a esa minita.
    
    Alguno de los bobos del curso lo ayudaron a levantarse y lo acompañaron un par de cuadras.
    
    Y pensar que esa pelea fue el detonante de todo lo que iba a suceder después…
    
    Andrea
    
    A pesar de tantos cambios bruscos en los últimos años, mi vida empezaba a ordenarse. O al menos eso me parecía hasta hace unos días.
    
    La crisis del dos mil uno fue devastadora para mi familia. Veníamos re bien de la época del uno a uno. Con mi marido Rubén habíamos puesto un negocio de productos importados. Al poco tiempo empezó a entrar plata a lo loco. Durante esos años dorados veraneamos en el exterior, nos compramos las mejores ropas, y pagamos un chalet en Villa Devoto.
    
    Pero todo se fue a la mierda en el cambio de milenio. De repente, todo lo que habíamos conseguido, se había esfumado, sin dejar rastro de haber existido. La devaluación hizo que los precios de nuestros proveedores aumentaran ridículamente. La gente andaba sin plata, y lo último en que gastarían sus últimos pesos era en los adornos carísimos que vendíamos en el negocio.
    
    Todo fue demasiado rápido. En un último intento por sostener nuestro nivel de vida, hipotecamos la casa, con la tonta esperanza de que la situación mejoraría con el tiempo. La consecuencia fue fulminante: el negocio quebró y el chalet fue a parar a manos de los acreedores.
    
    Durante un tiempo vivimos en la casa de los padres de Rubén. Pero la cosa no daba para más. No me llevo mal con mis suegros, pero la convivencia es muy difícil.
    
    Rubén, después de tirar currículums por todas partes, consiguió trabajo en una empresa de seguridad. Al poco tiempo me contrató un abogado para que sea su asistente. Ambos sueldos eran bajos, pero nos alcanzaba para alquilar una casita.
    
    Tuvimos que mudarnos a un barrio más barato. El que más me preocupaba era Joaco, mi hijo. El pobre se vio obligado a alejarse de sus amigos. Ya no podíamos pagar la escuela privada, y encima nos teníamos que ir del barrio donde conocía a todo el mundo.
    
    Quizá por eso, por preocuparme por Joaco, no presté atención en mi marido.
    
    Él entró en lo que ...
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