1. Halloween – El Payaso Sonrisas


    Fecha: 27/06/2019, Categorías: Gays Autor: Nauj69, Fuente: SexoSinTabues30

    ... su alcoba, cerró la puerta con el seguro y sintiendo como el pánico le hacía temblar las rodillas, se giró en todas direcciones tratando de pensar con que objeto podría trabar la puerta; pero fue demasiado tarde. La cerradura se sacudió frenéticamente, siendo la única barrera que lo separaba del espanto del otro lado; hasta que de pronto se detuvo.
    
    Luego se escuchó el sonido de algo que caía al suelo y revotaba un par de veces. El niño volteó la cabeza hacía la ventana, su única salida. Y de repente se oyeron los certeros golpes del hacha sobre la madera. Él volvió a gritar, pidiendo ayuda, pues quizás los vecinos advertirían la presencia del intruso y llamarían a la policía; pero la puerta ya se astillaba y desquebrajaba con cada hachazo. Así que, trepándose a la cama y acurrucándose entre almohadas y sábanas, el pequeño vio como los trozos de madera salían volando y el hombre en un instante estaba adentro con él. La sonrisa dibujada en el rostro de ese depredador era más que perturbadora, en lo que Carlitos se percató de que los ojos del payaso eran completamente negros, incluso donde debía haber blanco, era como si sus negras pupilas lo cubrieran todo y aquellos ojos encerraran un profundo y oscuro vacío casi espectral.
    
    El payaso soltó el hacha, produciendo un sonido metálico contra el piso, y se acercó más a su víctima, quedando parado justo al pie de la cama, exhalando una y otra vez. El crío estaba más que asustado, estaba aterrado, tanto que una vez más se quedó mudo y por más que abría la boca para gritar, no salía nada de ella. El nudo en su garganta se lo impedía.
    
    El hombre con la grotesca cara pintada estiró uno de sus musculosos brazos y le arrebató al chico de un tirón la sábana; acto seguido se subió a la cama apoyando ambas rodillas en el colchón y, ahora con la presa a su alcancé, la agarró acercándola más a él. Carlitos por instinto trató de evitar ser apresado por el siniestro payaso, pataleando cuanto pudo, pero este otro era evidentemente más fuerte y con facilidad lo dominó. Y ya una vez el intruso sometió al niño, le desgarró la ropa como si la tela fuera simple papel, dejando al pequeño con el cuerpo desnudo.
    
    Los ojitos azules del chiquillo se nublaron por las lágrimas, puesto que ese tendría que ser su fin. Y sin poder evitarlo, de su pijita empezaron a salir chorritos de orina, mojándolo todo con sus meados, su cuerpecito y también la cama. Al ver esto el payaso no dijo nada, sólo exhalaba con fuerza, y cuando abrió su boca dejó salir la lengua más larga que Carlitos haya visto jamás.
    
    Aquel apéndice bucal era inhumanamente enorme, casi reptiliano, enroscándose en el aire como si fuera una culebra rojiza, completamente cubierta de una viscosa baba. Enseguida el horrífico hombre comenzó a pasar esa asquerosa lengua por toda la suave y pálida piel de niñito; su delgado cuello, su pechito y tiernas tetillas, después su vientre; degustando en todo momento la mezcla del dulce sudor infantil con su orina. Luego el ...
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