Follándome con mucho placer a la esposa de un gran - Relatos Eróticos

Follándome con mucho placer a la esposa de un gran

... vez no pares, que voy a llegar YAAAAAAA, AUGG, AAHHH, aunque me haya corrido NO PARES, POR LO QUE MÁS QUIERAS.

Seguí follándola y se corrió un par de veces más, nadie me había avisado de eso. Al final cayó tumbada boca abajo y seguí follándola con el mismo ímpetu, hasta que vociferé corriéndome, algo que activó a Sofía que me decía que eso era correrse y que le ponía muy cachonda. Sin casi voz me pedía que soltara urgentemente a Hugo. Lo hice y Hugo estaba a punto de reventar, su rabo estaba con un empalme bestial, seguro que nunca lo tuvo de esa manera. Se acercó a su mujer se morrearon y ella lo primero que le pregunta —¿te gusta cómo me sabe a polla la boca?— se pone nervioso, l debe decir con alguna expresión que sí y ella le dice —pues te va a saber mejor ahora, cumple tu sueño que me quiero correr contigo— se notaba a la legua que Hugo estaba reticente, pero en cuando su mujer acarició sus cojones cariñosamente, poco a poco fue cediendo, hasta que se pusieron a hacer un 69 y lógicamente él se comía la corrida de su mujer y la mía, a pesar de lo cachondo que tenía que estar, Hugo duraba mucho sin correrse, hasta que Sofia prácticamente se sentó sobre su boca, sin dejar de menear el rabo y se corrieron los dos a la vez. Sofia dijo que ahora si tenía hambre y fuimos a comer lo que había encima de la mesa.

S— Vamos a ser sinceros que yo lo seré, que es tontería no serlo ahora. ¿Qué opináis de lo que hemos hecho?

Y— Pues para que me entiendas de 1 a 10, un 16. Me lo he pasado de fábula. Porque tenéis casi tanto vicio como yo.

H— Al principio unos pocos de celos, que se me pasaron cuando supe que tocabas bajo la mesa a Sofía.

Y— Lo que me he quedado con ganas de su culo, no os lo podéis imaginar.

S— Yo si me lo imagino, porque, aunque siempre lo has tratado de disimular, me he dado cuenta como me lo mirabas con deseo.

H— ¿SII? Pues nunca me lo habías comentado.

S— Jajajajaja, pues lo mismo que sabía que había muchas posibilidades de que Pelayo y yo acabáramos follando.

H— No te creo y si es verdad que bien lo has disimulado.

S— Cuando empezaste con tus fantasías, supe que me lo iba a tirar. Por eso le he provocado muchas veces y buen aguante ha tenido aquí el amigo.

Y— Pues a mí también me habías engañado porque siempre pensé que habían sido pequeños “accidentes”

H— ¿Por qué siempre has puesto pegas?

Y— Porque, aunque parecías decidido, te conozco y sé que tenías también tus indecisiones. Por eso hasta que no he visto que se te había convertido en una “necesidad” no acepté dar el paso.

La conversación era muy fluida, entre buenos amigos que después de esa noche lo serían mucho más. Silvia dijo de ducharse porque la corrida de su marido le había pringado. Le pregunté si necesitaba alguien que le enjabonara la espalda, ella sonrió y Hugo dijo —amigo mío, ya verás como no has probado otro culo igual, porque te lo aviso es una maestra con el— nos fuimos a la ducha y Hugo decía que se fumaba un cigarro e iba. ...