La familia Kapusta. Capítulo 1 - Relatos Eróticos

La familia Kapusta. Capítulo 1

... la jovencita. Un picor muy conocido nacido en su entrepierna estaba aflorando, hacia tanto que no le hacían eso… ¡Hacía demasiado que su coño no probaba una verga de verdad… harta del consolador realista que guardaba en el cajón!

¾Mejor si dejamos de verlo—dijo en voz muy baja Andrzej mientras Monika soltaba una mano del móvil para limpiarse el sudor.

¾Sí, será lo mejor. Oye,—la madre tenía una cosa en mente y quería resolverla— ¿Por qué piensas que quiero algo con Pablo?

¾Te espero todos los días a que salgas… siempre te retrasas…. Puedo ver como coqueteáis, es muy claro. Cuando te vas, siempre… pero siempre, te mira el culo cuando te acercas a mí, es asqueroso.

¾¿Mi culo es asqueroso…?—dijo señalándose así misma Monika algo sorprendida, sabía de la dureza de su trasero.

¾No, joder… la mirada del pavo ese y tonteo que lleváis ambos.

¾Bueno, una todavía es joven. ¿Si tu padre puede zumbarse a una jovencita como esa, no voy a poder yo?—Monika no sabía por dónde iban los tiros.

¾Tú puedes, mamá. Eso lo sé, pero no me gusta, es solo eso. Simplemente ese tío me da rabia… y de solo pensar que te mete la polla, me enerva…

Ambos deslizaron su espalda por la pared del vestidor mientras escuchaban los sonidos de la habitación. Acabaron sentados en el suelo mientras Monika pensaba en las palabras del joven.

¾Para ti, ¿Qué tío no te daría rabia que estuviera conmigo? Aparte de tu padre, claro… porque supongo que tu mente se salido piensa que no paro de follar…

Andrzej no la miró, quizá porque le hubiera gustado decir que porque no él. Todos estos años el sentimiento de verla como madre se había alejado. Ahora lo que sentía era más como tener a una conocida, tanta lejanía le había hecho aflorar otros sentimientos y… ese culo…esas tetas…

¾Ninguno, ¿verdad?—se contestó Monika a sí misma— ¡ANDRZEJ!

La mujer abrió los ojos de par en par al ver algo que no debía estar allí. Los dos sentados en el suelo, en el pequeño habitáculo, con las piernas pegadas, divisó que en la entrepierna del cuerpo de su hijo un bulto sobresalía cruzando al muslo de con un tamaño demencial. Sus ojos se salieron de sus órbitas, si su intuición no le fallaba, inconmensurable era lo que Andrzej escondía. Lo señaló con un dedo tembloroso para que este supiera por qué había dicho su nombre.

¾¿Estás empalmado? ¡Pedazo de cabronazo… estás excitado!—soltó la mujer lo más bajo que pudo y con una mezcla de sentimientos que no sabía describir.

¾Uno no es de piedra, ¡¿O te crees que solo tú y mi padre tienen apetencias sexuales?! Hace mucho tiempo que las tengo, para tu información…

El joven miró a su madre frene a frente, y se puso una mano en su entrepierna como si tratara de ocultarla, aunque al sujetarla, lo único que consiguió era que la polla se notara más. “La hostia, pero, ¿Qué tiene este crío ahí?” rugió la pregunta en el cerebro de la madre que no podía parar de mirar. Ella sabía que su hijo se la pelaba con frecuencia, pero no que tuviese ese ...