1. LEYENDO EL DIARIO DE PIRUCHA. (III) En la prisión… y después de…


    Fecha: 07/02/2022, Categorías: Dominación / BDSM Fetichismo Gays Autor: Ruizy, Fuente: SexoSinTabues30

    ... Déjame darte una mamada de adiós. Acto seguido le cogí la verga y la acaricié, la sobé y empecé la mejor felación que he hecho y que haré nunca. Presa del delirio en que me encontraba, lo hice explotar dentro de mi garganta y me tragué golosamente el elixir delicioso de su verga. En tanto, los compañeros de celda, nos observaban con extrañeza. El negro se sobaba el paquete de cuando en cuando y eso me calentaba mucho. Tenía muchas ganas de tenerlo para mí sola.
    
    De pronto, abren las puertas del pasillo y aparecen dos guardias. Uno se queda en la puerta y el otro se dirige a mi macho: -Ya, terminen la despedida y entrégame a la puta… Dijo socarronamente. Le tenemos asignadas otras tareas. -Trátamela bien- dijo el bigotudo. -No te preocupes. La tendrás de vuelta intacta, esta putona es una hembra resistente y caliente y le daremos lo que necesitan esta clase de bellacas. Soltó una fuerte risotada. Acto seguido me sacó de los brazos de mi amo y de un empujón me precipitó en los brazos del otro guardia que esperaba. Cerró la celda y salimos.
    
    Fui llevada a la enfermería, bañada y vestida con la túnica alba de los pacientes. Pero yo no estaba en sala común, sino en una sala exclusiva destinada a los pacientes VIP. Que lo era, me produjo una especie de ansiedad y deseo. Ya estaba preparada para vivir esa experiencia. La incertidumbre es el aliciente que me incita a probar todo, a quererlo todo… Necesito eso, es una droga irresistible que no se sacia nunca…una y otra vez debo seguir el ritual sin acabar nunca esa cadena sinfín de emociones y deseos…
    
    Ya, putita. Ven, ponte ahí. El médico me señaló una silla quirúrgica en que quedaba con las rodillas flectadas y desde esa posición, el facultativo me inspeccionó con la mirada atenta y la mano diestra. Tocó mi pene, estiró el prepucio, sopesó mis cojones… pero lo mejor, vino de improviso cuando me introdujo un espéculo y dilató mi esfínter. Sentía el contacto helado del metal y la fuerza de las pinzas que abrían mi anillo acostumbrado a la penetración de toda clase de objetos, pero más abierto aún a recibir vergas de todos los tamaños y formas, limpias o sucias, bañadas en lubricante o simplemente ensalivadas…
    
    -Está sanito tu orto, putita. Podrás recibir lo que te viene ahora. Dijo y se sonrió socarronamente. -¿Qué vendrá, doc? -No puedo decirte nada, pero te aliviaré un poco el dolor. No sabe que estoy acostumbrada al dolor y al sufrimiento extremo, porque forma parte del delirio sexual que me afecta.
    
    Acto seguido, deslizó su grueso dedo medio embadurnado de un gel que adormeció mi esfínter y luego un calorcillo delicioso que me hizo sentir muy caliente y dispuesta a culiar.
    
    -¿No va a probar, doc, su trabajo? Arrastrando las palabras, insinuante. El médico sonrió y meneando la cabeza salió de la sala de reconocimiento. Unos minutos después, dos guardias me llevaron a un lugar apartado, oscurecido con gruesos cortinajes y una luz mortecina que una vez acostumbrada, se podía ver que se había ...
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