Sé valiente III - Relatos Eróticos

Sé valiente III

... qué había querido decir Malfoy con aquello. Si no salía ya llegaría tarde, así que adelante. ¿Pero por qué? Era Malfoy, que le dieran. Y a Ron también, por mucho que estuvieran recobrando su amistad. Decidido. No iba, y en diciembre se acababa la tontería. “Sé valiente” se dijo a sí mismo. Riéndose entre dientes resolvió acudir. Parecía que su inconsciente ya había decidido.

Tuvo que correr para no llegar tarde, pero allí estuvo a tiempo. Malfoy ya le esperaba.

- ¿Ya has llegado? Parece que vamos a tener nuestro primer encuentro a solas sin que sea para pegarnos o discutir- dijo Malfoy.

- Dependerá de ti que discutamos o no. Yo vengo con buena voluntad.

- Estupendo entonces. Tú dirás. Ron me dijo que necesitabas hablar con un sumiso, pero no por qué.

- Tengo varias preguntas. La que más me preocupa es qué quisiste decir con el consejo que me diste.

Malfoy enarcó una ceja.

- ¿Te di un consejo? Me extraña. No suelo hacerlo, y no recuerdo haberlo hecho.

A Harry aquello le molestó mucho. Ese consejo que aparecía y desaparecía por su mente y le torturaba no entenderlo y resulta que él ni se acordaba de habérselo dado.

- Me dijiste que fuera un Gryffindor y que fuera valiente- resopló Harry.

- Supongo que quería hacer referencia a que te dejaras llevar. Si te dejas someter por Ron, y no luchas contra él como estás haciendo, obtendrás un placer que no eres capaz de calcular.

- Vaya, ¿eso último ha sido publicidad de Ron o te ha salido espontáneamente?

- Cosecha propia de primera calidad. Pero Ron te diría lo mismo si no estuviera pendiente de conservar tu amistad. No sabes lo que te pierdes.

- Y seguiré sin saberlo.

- Ya lo veremos. ¿A qué has venido, Harry?

- Ya te lo dije. Quería saber qué significaba tu consejo. Pero veo que solo era una memez.

- Tú no has venido a que te respondiera a una frase que habrías podido descifrar tú solito. No eres una lumbrera, pero tampoco tonto. ¿Qué quieres de mí? ¿Qué es lo que te inquieta?

Harry apretó los puños y se rebajó a preguntarlo.

- No puedo sentir placer y me estoy volviendo loco. ¿Cómo es posible que tú estés tan tranquilo siempre?

- Ahí está la verdad de tu visita. Pues muy bien, te responderé. No estoy tranquilo, solo actúo. Ahora mismo estoy fingiendo que me interesan tus problemas para portarme bien contigo, porque quizás así Ron esté contento y decida follarme e incluso dejarme correrme.

- Eso me cuadra más. ¿Y si te folla y no te deja correrte? ¿No es aún peor?

- Por un lado, sí, porque me deja más cachondo de lo que ya estoy, y es mucho, fíjate que hasta me pareces guapo tú. Pero por otro me permite experimentar placer. Es distinto a la estimulación genital, es algo más bien mental. En todo este tiempo he aprendido a relacionarme de otra forma con mi cuerpo. El sexo anal me da placer físico que no puedo liberar de ninguna forma. Cualquier otro uso que me da Ron me da placer mental en el mismo instante en que sucede, porque me hace sentir ...