1. Esto no puede salir bien.3


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: undiaesundia, Fuente: TodoRelatos

    ... alcanzar mi placer. Deseaba, suplicaba, que la metieran sus pollas, que el rabo más grande o más tieso la reventara el coñito… Me volvía loco cuando la oía gritar de placer… miraba extasiado las caras que ponía cuando alguno se la cepillaba y conseguía que se corriera con su polla dentro…
    
    Luego la miraba. Tumbada en la cama. Agotada. Abierta de piernas. Rezumando ese blanquecino fluido. Con la cara y las tetas aún más sucias de semen que su coño… No podía evitarlo. Tenía que masturbarme yo y eyacular sobre su cara. Solo entonces podía liberarme de mi demonio. Descargar y volver a ser yo. Solo entonces la besaba y la llevaba a la ducha.
    
    De vuelta a casa permanecía en silencio. Desde que volvimos al club dejó de hablarme. Llegábamos a casa y a la cama. Algunos días follábamos. No hacíamos el amor como antes. No jugábamos excitados. Solo follábamos como bestias. Ella pensando en no sé qué. Yo con las imágenes de sus últimos folladores en mi cabeza.
    
    Sé que esta semana se ha vuelto a reunir con el tipo aquel. Ella le ha buscado. Sabe cómo y dónde encontrarle. Sé que desde hace unos meses se ven con cierta frecuencia. No necesito que me lo diga. Siempre que lo hace, su cuerpo viene lleno de marcas. Cada vez sus “sesiones de sexo”, como ella llama a sus encuentros, deben ser más brutales. Lo entiendo. A mí me pasa. Cada vez se necesita un poco más. Un poco más. Ese poco más es el que no tiene nunca fin.
    
    Ella sabe que yo lo sé. Se resiste. Pero cede. Sí. Cede y acaba acudiendo a sus citas. Ya no folla con él por mí. Ella folla porque necesita follar con él. La duele. Sufre cada vez que se va con él porque siente que se aleja de mí. Aunque no puede negar que, al menos sexualmente hablando, viene satisfecha. Muy, muy, muy satisfecha. Luego me lo cuenta mientras me masturba cariñosamente. Dice que sus” encuentros” son su terapia y que luego me da la mía, que así lo disfruta, que ha encontrado “un equilibrio”.
    
    La pido que tenga cuidado, que se está “enganchado” a esto, que lo sé por experiencia. Dice que no hace falta que la advierta, que no es necesario, que lo tiene controlado. Pero yo sé que cada día necesita más. Su piel está súper sensible. Súper excitada. Constantemente dispuesta. Con ganas de sexo. Pero no sexo normal. Quiere sexo desenfrenado. Y si es sexo brusco, humillante, dominante, brutal, mejor que mejor. Más disfruta. Más fuertes son sus orgasmos. Así me lo ha dicho.
    
    Está nerviosa. Intranquila. Me dice que no pasa nada. Llaman a la puerta. No esperamos a nadie. Yo por lo menos. Ella se levanta y va a abrir. El tipo ese se ha presentado de improviso. Un error en haberle dado la dirección, el haberle llevado a casa. Tajante. Chulo. Prepotente…
    
    Se sentó frente a mi sin que nadie le diera permiso ni le invitara.
    
    -. Oye… perdón por la hostia del otro día… (hace meses, pero lo suelta tal cual, como si hubiera sido ayer) No sé tío, se me fue la mano…
    
    No supe qué responder.
    
    -. Bueno… que a lo que vamos… que vengo a por tu ...
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