1. Esto no puede salir bien.3


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: undiaesundia, Fuente: TodoRelatos

    Esto no puede salir bien.
    
    Preparación. Cumbre. Desenlace.
    
    Toda narración tiene su preparación, cumbre y desenlace. Dominación, cuernos, infidelidad consentida... hasta que… ¿con cuál de las tres partes te quedas?
    
    DESENLACE. TERCERO.
    
    La noto algo rara. Como distraída. Me dice que tiene mucho estrés por el trabajo. Se va a ir un puente a un viaje organizado.
    
    No pasaron más de tres días. Volvió con el rabo entre las piernas, y nunca mejor dicho. Esa misma noche, se desnudó y se arrastró, literalmente hablando, pidiéndome perdón. Había estado con otros. Claro. Se había ido con uno del club.
    
    -. Tu eres mi Cornudo, dijo.
    
    Continuó diciéndome que, si yo no estaba allí con ella, nada tenía sentido, que se había dado cuenta de que el hecho de acostarse con otros hombres era muy desagradable si no estaba yo, su marido, el Cornudo, y que me amaba, así como era. Un pelele cornudo, un “picha floja”, marica, y no sé cuántas cosas más, pero que sin mi nada tenía sentido para ella.
    
    La abracé y la besé con mucho amor. No pude parar de decirla que yo también la amaba, que sin ella no podría vivir, que esto que ella me da, la humillación, los cuernos, ese morbo tan especial… es lo que yo deseo en la vida. No me dejes nunca mi amor, la dije, te quiero y hagas lo que hagas, te perdonaré todo, porque te necesito y te amo a partes iguales…
    
    Todo quedó olvidado. Es cierto que cuando ella se fue esos días quedé destrozado, y que faltó poco para que tomar una decisión irreversible. Juré no volver a entregarla. Nunca más a eso… ella era mi mujer y yo su marido. Solo era un juego trataba de auto convencerme. Aunque sabía perfectamente que había más, que ser un cornudo significa más que vivir una simple aventura.
    
    Y claro, lo pensé, lo prometí, me lo juré, pero no lo hice. A la semana siguiente volvimos otra vez al club. Yo la llevé. Volví a entregarla para ver cómo se la follaban, para disfrutar egoístamente de la entrega de mi mujer, sin preguntarla si quería o no seguir con este juego, si la estaba haciendo daño… De todo esto, lo que más me gustaba, la humillación, era más fuerte que todo lo demás. Más fuerte que mi amor por ella, que mi matrimonio. Era como una droga para mí. Ella no contaba. Ella solo era el instrumento de mi placer.
    
    Volví a ver cómo la desnudaban delante de mi, cómo los camareros murmuraban a mis espaldas burlándose del marido cornudo que permite que metan mano a su mujer … Mi polla se endurecía en mis pantalones mientras miraba atónito como cualquier tipejo metía la mano entre sus piernas y la masturbaba… Y mirándome avergonzada se corría.
    
    Luego ya, después del primer orgasmo, la daba todo igual. Se dejaba morrear. Y con esos mismos labios mamaba la polla que la pusieran delante. Y luego mientras me besaba, dejaba que la sacaran los pechos del sujetador, que la quitaran las bragas sucias y mojadas, que pregonaran que la muy puta las tenía caladas…
    
    Ella solo quería sexo. Y yo solo quería verla teniendo sexo para yo ...
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