Una aventura no planeada (2) - Relatos Eróticos

Una aventura no planeada (2)

... pasaban de los 20 cms fijo, aunque yo sea muy mala calculando (igual eran más).“Guuuauuu …, chicos, esto es …, no sé, espectacular … Menudas pollas calzáis, tíos”. Se rieron, pero ya estaban más interesados en dar uso a sus instrumentos que en recibir halagos.

Los siguientes minutos los dediqué a chupar aquellas trancas con deleite, despacio, disfrutando de cada centímetro que se iba metiendo en mi boca. Las dos eran parecidas, quizás un poco más grande la de Wilson, pero ambas gordas, con una cabeza enorme, venas marcadas y unas pelotas gigantescas, al menos si las comparaba con las de mi marido o las de cualquier otro tío con el que hubiera estado. Mis babas se derramaban por la barbilla porque necesitaba una buena lubricación para meterme aquello en la boca. Wilson, en plena faena, me advirtió de lo que venía:“Gema, ¿no te importa que usemos alguna palabra un poco, ehhh, …, digamos, fuerte? Es que me encanta decir cosas guarras a la hembra que me estoy follando …”. No voy a decir que me sorprendiera que lo fuera a hacer, sino más bien el hecho de que me pidiera permiso.“¿Tú crees que me voy ya a asustar de algo a esta edad?... Si me folláis bien, lo de las cosas que digáis me va a dar ya un poco igual … Igual hasta me calentáis más y todo …”. Ellos se rieron y entendieron que la tarde era la idónea para dar rienda suelta a todo lo que tenían con aquella mujer recién conocida.“Así me gusta, bebita. Buena disposición para la aventura ... No nos equivocamos contigo …”. Y, de nuevo por boca de Wilson, mientras yo seguía aplicada en la doble mamada, se envalentonaron:“Ah, y no pienses que esto se va a acabar en un visto y no visto … Somos dos, llevamos un par de semanas sin follar y, al menos yo, echo polvos de no menos de una hora por sesión, ya te lo digo …”.“Para eso estoy aquí, para que me folléis y quede satisfecha … y harta de polla negra ... Lo contrario sería un poco decepcionante, la verdad …”.

De repente, Wilson hizo que me incorporara (yo pensé que era raro que hubiera querido tan poco tiempo de mamada, con lo que les encanta a los tíos tener a una mujer de rodillas y a su plena disposición …), me cogió de la cintura y, con una facilidad asombrosa, me levantó y me dio vuelta y algo más, de forma que yo quedé boca abajo, con su polla apuntando directamente a mi boca y, ¡oh, sorpresa!, mi coño a la altura de la suya. Me sorprendió que me había manejado como si yo fuera un peluche, pero la posición en la que quedé tampoco dejaba otra opción que seguir metiéndome aquella tranca en la boca. Claro que esta vez esto vino acompañado de una comida de coño espectacular por parte del negro, algo que me estaba llevando, sin prisa, pero sin pausa, al éxtasis. Yo no necesitaba hacer ningún esfuerzo porque Wilson se valía para comerme el coño y sujetarme parecía que sin esfuerzo. Eddy, mientras tanto, se acercaba a mí para que le meneara la polla y darles de vez en cuando un sobeteo a las tetas por debajo o, incluso, acercar su lengua a mi ...