Una aventura no planeada (2) - Relatos Eróticos

Una aventura no planeada (2)

... meneos a la verga y empezó a regarme de semen … La primera carga cayó casi sobre mi pubis, pero la segunda y la tercera me llegaron al pelo, tal fue la fuerza con la que arrojaba la lefa. Y siguió, con un par de ráfagas más que se estamparon en las tetas y el cuello, …, y otra más que se quedó en mi barriga, para rematarme con otras dos que aterrizaron en mi boca y en una de las mejillas. Ya no fue sólo el número de lechazos que me metió, es que todas venían con una carga espesa y abundante. Efectivamente, me había dejado el cuerpo decorado con su firma, pero me sentí agradecida por ser yo la que había provocado todo aquello.

Y, entonces, le hice un ruego:“Suéltame, por favor, …, quiero acabar yo también con un regalo …”. Con su polla todavía apurando y situada sobre mi cabeza (las últimas gotas acabaron por caerme otra vez en el pelo y la cara), Wilson me soltó y yo hice lo que sólo venía a querer demostrar la experiencia de aquella tarde. Le cogí la polla, me la metí en la boca y se la lamí hasta no dejar una gota. Incluso recogí parte de la que tenía en la cara y me la tragué.“¿Te gusta que te haga esto, amor …?” le dije con la mayor cara de zorra sumisa que pude poner. Wilson no se ablandó, y completó su trabajo, restregándome toda su corrida por el resto del torso, para que mis tetas, mi barriga, mi pubis, …, todo, quedara bien impregnado de su semen.

La escena final nos dejó a los tres, ya relajados, tumbados sobre el colchón, pero con las manos de los dos tipos sobre mi cuerpo y yo bien abierta de piernas. Miré el reloj de Wilson y ví que pasaban ya de las ocho de la tarde. ¿De verdad habíamos estado follando casi tres horas? Normal que estuviera reventada. Les pedí permiso para ducharme y quitarme ya toda aquella pringada con la que me habían obsequiado los dos y Eddy aprovechó para despedirse y regresar a su habitación, porque había quedado con algunos de los colegas del congreso de la empresa e iban a salir por ahí a cenar y a tomar unas copas. Mientras iba hacia el baño, le pregunté a Jeff si él iba a ir, pero su respuesta me dio un subidón de autoestima:“No, preciosa, … yo, si no te importa, prefiero quedarme contigo un poco más … ¿O te quieres ir ya para casa? Si eso, pido un coche y te llevan …”. Intenté disimular la alegría, mientras caminaba hacia el baño mostrando el culo a mis dos machos de aquella tarde.“Bueno, si no te parezco una pesada, …, no tengo nada que hacer, la verdad … ¿Quieres que me quede a dormir contigo?”. Fui atrevida, quizás, pero no estoy ya para remilgos. Si no le apetecía, que lo dijera y punto final. Pero entre los dos creo que había surgido algún tipo de conexión, aunque sólo fuera la sexual e, incluso, recién terminado de follar, parecía como si a los dos nos apeteciera otro asalto en algún momento del resto de la noche … o del día siguiente, quien sabe. (Continuará ... o no).