Una aventura no planeada (2) - Relatos Eróticos

Una aventura no planeada (2)

Tampoco se necesitaba ya mucho más, ¿no creéis? Wilson me giró, me besó y me susurró al oído:“Bueno, nenita, aquí estamos. Creo que te lo vas a pasar bien con nosotros esta tarde”. Yo coloqué mis brazos alrededor de su cuello y le respondí con picardía:“¿Ah, ¿sí? ¿Qué vamos a hacer, tienes pensado algún juego o algún pasatiempo?”. No me reconocía ni yo siendo tan provocativa, pero encendí al macho que empezó a meterme mano por todo aquel espacio que mis ropas le permitieron. Eddy, que había empezado sentado en un pequeño sofá que había en la terraza, se incorporó al grupo y, desde atrás, empezó también a acariciar mi culo y mis tetas, mientras se arrimaba cada vez más a mi espalda. Yo notaba el poderío de aquellos dos machos por delante y por detrás, pero traté de imponer algo de mi voluntad:“¿No me iréis a desnudar aquí en la terraza? … ¿Y si nos ve alguien? ...”. Wilson se giró para comprobar que, efectivamente, a aquella terraza era imposible que llegara ninguna mirada, ni siquiera de otros huéspedes del hotel, dado que se elevaba por encima del resto de edificios.“Creo que no nos va a ver nadie, Gema …”. Y siguieron a lo suyo, acariciándome, besándome, lamiéndome por todas las partes de mi cara, cuello, orejas, escote, … Mi camiseta no era ningún problema para que metieran sus manos por debajo y me acariciaran con precisión y dulzura las tetas y los pezones, pero estaba empezando a sobrar ropa, así que les facilité el acceso levantando los brazos y permitiendo que me la sacaran por la cabeza.“Pocas tías de tu edad tienen estas tetas y, encima, se atreven a no llevar sujetador …” comentó, descarado, Eddy, justo antes de pegarles unos buenos lametazos que hicieron enardecerse a mis pezones.

Mientras yo iba cambiando de boca para unos morreos deliciosos con aquellos morenos, mis manos buscaban desesperadas las entrepiernas de aquellos tipos. Aunque sólo fuera por encima de sus pantalones, tampoco me costó mucho deducir que el tamaño de sus miembros iba en proporción al conjunto. No es que me asustara, más bien me excitaba más, pero también me dio por pensar si yo estaba preparada para esos aparatos. Siendo dos, lo cierto es que dejarme en pelotas fue tarea fácil, más si cabe porque yo colaboré a ello. Wilson se agachó a quitarme las sandalias y Eddy desde detrás bajó la cremallera de la faldita que cayó, inerte, a mis pies. Ya estaba sólo con el tanga, pero aquellos dos tipos, que sí se habían quitado las camisas, aún tenían los pantalones puestos.“No creo que estemos en igualdad de condiciones …” les dije, separándome ligeramente de ellos para ponerme de rodillas y empezar a desabrocharles los cinturones. Lo hice por turnos, empezando primero por Wilson al que le dejé aún con los bóxers puestos, para seguir después con Eddy, que quedó en igual situación.“Bueno, ahora me toca descubrir a mí que me ha traído hasta aquí, ¿no? …”. Les bajé a un tiempo los calzoncillos y casi me desmayo. Sin llegar a estar plenamente erectas aquellas dos vergas ...