1. Hormonas coyunturales ( Saga Vidas salvajes)


    Fecha: 20/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Nexusman, Fuente: TodoRelatos

    Eran las 11 de la noche , el puto sepelio había durado más de la cuenta, mi prima hablaba pastosón, me tenía mareada, si lo llego a saber le digo que no me bajé al pueblo con su flamante 4x4. Menuda relamida de mierda, encima hubiera querido que me quedara en su casa. No paró de hablar del puto tío nuestro fallecido, su cáncer terminal a los 63 años. Que dejaba dos hijos y que era una buena persona.
    
    Había tenido que ir a ese pueblecito de mierda de no más de mil habitantes y ahora a poca distancia al hostal del pequeño municipio más cercano - apenas 8000 habitantes - era un sábado noche, deseaba tomarme unas copas y no oír esos centrifugados mentales de mi prima.
    
    Había dejado a mi marido y dos hijos en la ciudad, no quisieron ni venir al entierro. A mis 45 años por lo menos tenía la tranquilidad de estar sola cuando mi prima de los cojones dejara sus bravatas baratas.
    
    Por fin llegamos a hostal, una escueta habitación con cama y un baño. El pueblo no daba para más. Me duché y me miré al espejo, mis pechos son algo caídos, pero los pezones aún apuntan para arriba, un dia de estos tengo que comprarme unas tetas nuevas; carezco de celulitis, es lo que tiene una buena dieta y el gimnasio, mi culo aún es prieto y a pesar de no ser pequeño, es circular y apetecible; mis piernas lucen bien, ya cuando jugaba a basket mis compañeras me lo decían.
    
    Me puse el tanga negro de hilo y correspondiente sujetador a juego, ambos con transparencias. Después el vestido negro con la falda encima de mis rodillas ajustado con escote que me remarcaba el cuerpo. Elegí unas medias negras de liguero con transparencias. Al final me maquillé.
    
    Así en esta disposición, espléndida, con esa aureola de seguridad es como me gusta salir a pesar de mis 45 años.
    
    Me encontré el que parecía el dueño del hostal,un gordo cincuentón, esa misma mañana lo que en apariencia era su mujer -habiéndome informado la cotorra de mi prima que era un negocio familiar - y le pregunté donde se podría tomar unas copas a esa hora.
    
    - Le acompaño en el sentimiento, señora. Y seguramente habrá la zona que van los jóvenes a estas horas - contestó desconcertado y escaneandome con la mirada.
    
    - Bueno déjelo, gracias.
    
    Nunca he soportado a este tipo de gente. En eso pensaba cuando tras mía una voz dijo.
    
    - Si quieres podemos ir juntas.
    
    Le dirigí una mirada cautelosa y recordé que había llegado esa misma mañana a la misma hora que yo.
    
    - Perdón, me llamo Inés y suelo alojarme aquí cuando vengo.
    
    Era una mujer de baja estatura, pero robusta. También se había acicalado, llevaba un vestido con estampados veraniegos por debajo de las rodillas. Parecía tener más o menos de mi edad. Usaba gafas de pasta y permanente teñida de rubia. Su cara era angulosa.
    
    - Sofía - contesté-. No conozco nada el municipio y me apetecía - paré de hablar ya que el gordo seboso no se marchaba y lo más seguro era que supiera todos los pormenores de mi familia por parte materna.
    
    - Venga, vamos, afuera ...
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