1. Mi suegro y mi cuñado me follan sin cuidado


    Fecha: 17/06/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... volver a vivir con sus padres. Su madre murió poco después, de un cáncer que se la llevó en muy poco tiempo y se quedó solo con Mauricio, mi suegro. Ambos vivían de la pensión que le había quedado al pobre hombre tras jubilarse, porque Cristóbal, a diferencia de su hermano, no era de esos que piensan que el trabajo dignifica.
    
    No había cosa que me apeteciera menos que meterme en esa casa y comprobar el nivel de mi sobrino, al que hacía una eternidad que no veía. Cuando llegué, después de una jornada agotadora, me estaban esperando los tres en el salón. El niño, que tenía ocho años, había crecido mucho desde la última vez, pero seguía pareciéndose a su madre, para su desgracia.
    
    - Gracias por venir, Eva.
    
    - De nada, quiero asegurarme de que tu hijo esté recibiendo la educación correcta.
    
    - Va al colegio todos los días, eso seguro... menuda es su madre.
    
    - No lo dudo, pero también hay malos profesores, quizás le ha tocado uno.
    
    -Hoy he conocido a su maestra, está muy buena, mejorando lo presente.
    
    - Sus atributos físicos no garantizan nada.
    
    - Ya lo sé, pero puede que el niño sea tonto.
    
    - No digas eso, Cristóbal, y menos delante de él.
    
    No necesité pasar mucho tiempo con el niño para saber que cualquier problema que tuviera era culpa de la educación que había recibido por parte de sus padres, o más bien, la ausencia de ella. El crío era espabilado y lo pillaba todo al vuelo. Probablemente, todo se debía a la falta de concentración y al tiempo que pasaba en el mundo que había creado en su cabeza para evadirse de la realidad.
    
    Era cierto que no sabía hacer muchas cosas que ya debía dominar a su edad, pero en cuanto se las explicaba, las ponía en práctica con relativa sencillez. Fue un alivio ver que no le pasaba nada al niño, pero me vi obligada a seguir poniéndolo al día, no podía abandonarlo. Acordamos que iría allí un par de tardes por semana durante las tres semanas que quedaban de curso. Después lo dejaríamos descansar un tiempo y en vacaciones me pondría en contacto con su madre para recomendarle unas clases de refuerzo.
    
    Unjueves por la tarde volví a esa dichosa casa para impartir la segunda clase. Pese a mi insistencia por acomodarnos en un lugar más tranquilo, el niño volvía a esperarme en la mesa del salón, mientras su padre y su abuelo, sentados en el sofá, veían un programa de cotilleo en la televisión. Quise interpretar el hecho de que Cristóbal no estuviera dando tumbos por la calle, como solía ser costumbre, como una señal de que estaba empezando a madurar por su hijo.
    
    Aquella segunda clase, incluso la tercera, transcurrieron con normalidad, al menos eso me repetía a mí misma. A partir de la cuarta, ya no pude obviar que los dos hombres se pasaban la tarde pendientes de mí. Los pillaba mirándose entre ellos y señalándome. Susurraban en voz muy baja, a veces incluso reían entre dientes.
    
    Al principio pensé que se estaban burlando de mí, o algo por el estilo, pero Cristóbal tardó poco en delatarse. Tras ...
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