1. Las refugiadas 3 - Ama y puta


    Fecha: 19/03/2019, Categorías: Confesiones Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... el sábado siguiente la hice ponérselo, sin bragas, para salir. Fuimos por los garitos de ambiente que había frecuentado el año anterior. De camino entramos en un chino. La compré un collar de perro rojo, de cuero. No solo eso, sino que se lo puse delante del vendedor.
    
    Ese día descubrí que me gustaba exhibirla. No solo eso, a ella le gustaba exhibirse. Fue allí cuando, en un descanso de los bailes en la pista, planeamos que, aprovechando que el último trimestre del curso hacía calor, un día de gimnasia, me llevaría su bolsa de la ropa a casa mientras se duchaba. Así ella tendría que salir del gimnasio desnuda e ir a su casa. Lo hicimos. Por supuesto al llegar a casa cayó en el detalle de que no tenía las llaves y tuvo que llamar. Su padre no comentó nada cuando tras un «Olvide las llaves» entró desnuda y descalza en casa. después que me lo contase le dije que fuese siempre desnuda por su casa. en su habitación y para salir al baño, que solo se vistiese si sus padres decían algo pero si no estaría desnuda incluso cuando fuese hacer vida social con sus padres en el salón. Aunque yo no estuviera. No quería que sus padres lo relacionases conmigo. Solo se vestiría si yo iba a ir. Al menos la primera ve hasta que me «confesase» que le gustaba ir desnuda.
    
    Pero me estoy adelantando… ese sábado solo bailamos. Aunque algunas de mis antiguos ligues nos miraron fijamente. El sábado siguiente Isabel López Conesa, uno de mis anteriores ligues, se acercó. Ese día vestía una minifalda y un top sin tirantes que habíamos comprado en un chino. La mini apenas medía once centímetros y era dorada, y el top me venía pequeño a mí, así que puedes suponer como le quedaba a ella. Eran también el chino, cien pesetas cada pieza. Además, le habían seguido creciendo y ya usaba una copa D. Por supuesto, aparte del top y la minifalda solo llevaba el collar de perro y unas sandalias de tacón y plataforma trasparentes del chino. Mi antigua ligue se me acercó.
    
    —No sabía que ahora salías con putas.
    
    Ella se puso roja, pero yo en lugar de defenderla me encaré con mi ligue.
    
    —A ti que te importa con quien voy —le espeté—. Además, no salimos. Es mi esclava. —Había tomado la idea de una de las historias de Sadomanía que habíamos leído recientemente.
    
    —¿Tu esclava? —se rio—. No me lo creo. Demuéstralo.
    
    —Fácil —repliqué y me giré hacia Sara ella asentía—. Puta, quítate el top. —Sara me miró con ojos como platos—. Venga, ¿a qué esperas?
    
    —Gracias Ama —dijo. Y a continuación se bajó el top dejándoselo como si fuese un cinturón—. Así o más.
    
    —Tiene buenas tetas la puta —dijo mi antigua ligue—. Te doy cinco mil pesetas por pasarme la noche follando con ella.
    
    —¿Qué?
    
    —Vale. Diez mil.
    
    —Tengo que pensarlo —la repliqué. Sabía que tenía pasta, su familia era aristócrata, o al menos de eso había presumido ella cuando nos enrollamos y le conté que la mía era del Opus—. No sé si me gustara ver a mi esclava con otras manos sobre ella.
    
    —Bien —aceptó—. Diez mil si el ...
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