1. Aventuras y desventuras húmedas: Segunda etapa (10)


    Fecha: 15/06/2019, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    ... para eso?
    
    Se puso en pie con todas las fuerzas que pudo para dirigirse al baño. Primero sacó la cabeza de la habitación para comprobar que no hubiera nadie, la luz del baño estaba apagada, por lo que perfecto. Anduvo lo más rápido que pudo sin hacer ruido y pasó la puerta cerrándola a su paso.
    
    El reflejo del espejo le proporcionaba una visión de lo asqueroso que se sentía. El vientre le daba vueltas y las imágenes del coito, le revolvía los intestinos. Tuvo que agacharse en un momento, movido por todas aquellas sensaciones y un poco también por el alcohol del día anterior. Con ambas manos apoyadas en el retrete y la cabeza bien colocada hacia el agujero, vomitó con fuerza.
    
    Las lágrimas fluían por su rostro debido solo al vómito, porque él no se veía capaz de llorar, sintiéndose tan mala persona no se podía dar ese lujo. Tiró de la cadena y se enjuagó la boca que le supo a alcantarilla, para luego desnudarse y meterse a la ducha, tratando de lavar su conciencia. Todavía le ardía el estómago por haber echado la cena del día anterior y se dijo, ya pisando el plato de la ducha, “me merezco cosas peores”.
    
    El agua comenzó a caer por su cuerpo, limpiando su piel que la sentía asquerosa. Se pasó varias veces la esponja, sobre todo limpiando su pene que aún contenía el aroma a látex. Pero aquello no le proporcionaba una satisfacción, lo que hacía era únicamente entretenerle para no pensar en lo que de verdad había hecho. Vio de nuevo el rostro de Marta, la última vez que hablaron, ella estaba al borde del llanto, quizá sin ningún motivo real, aunque ahora sí que lo tendría.
    
    Toda la traición que sentía se apoderó de su cuerpo y golpeó la pared de la ducha, haciéndose más daño él, que las baldosas. Después, no hubo más pensamientos, ni más reflexiones. Por fin… comenzó a llorar.
    
    Después de unos minutos que las lágrimas disimuladas por el agua corrían por su rostro, unos golpes sonaron en la puerta. Se limpió el rostro por mero instinto, aunque nadie podría notar jamás sus lágrimas, es lo bueno de desahogarse en la ducha.
    
    —¿Sergio, estás ahí? —era la voz de Laura.
    
    —Sí —contestó tratando de poner el tono más normal posible.
    
    —¿Puedo pasar?
    
    Su hermana nunca pedía permiso, solía entrar como un elefante en una cacharrería, aquello era poco habitual. El joven pensó que igual le había escuchado llorar, que su hermana pequeña se había dado cuenta de lo que había hecho y venía a consolarle, esperaba que no fuera así.
    
    Le contestó que podía pasar, que no había problema. La puerta se abrió y después con suma cautela fue cerrada poco a poco.
    
    —Oye, Laura —saltó prestó para disculparse—. Ayer… lo del mensaje… lo siento por no acompañarte.
    
    —Es normal, me imaginaba que seguirías de fiesta, fue solo por probar, no me apetecía ir sola a casa y pensé que podríamos ir juntos.
    
    A Sergio se le clavó un puñal en el corazón. Mentir de esa forma a su hermana simplemente por un mísero coito, que además implicaba infidelidad, le dolía como una ...
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