1. El vecino


    Fecha: 19/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... culo:
    
    -Por el culo no, por favor... -Ana decía esto con voz lastimera y poco creíble.
    
    -Venga putita, si lo estás deseando...
    
    Y sin previo aviso comenzó a hacer fuerza con su glande contra el esfínter anal de la joven médico. No sin esfuerzo el anillo anal cedió a la presión y el capullo enrojecido de Luismi profano el culo de Ana:
    
    -Aayyy... -gritó la mujer antes de que el hombre diera un golpe de cadera y la empotrara contra el colchón metiendo toda la polla en el ano.
    
    La respiración de ambos era forzada cuando se miraron a los ojos. Ella buscó sus labios para besarle. Sabían a sus propios fluidos, a su propio coño, a sexo y a morbo:
    
    -Dame fuerte cabrón...
    
    El hombre comenzó un mete-saca que fue incrementando con cada embestida. Ella gritaba y gemía entregada al placer anal. El dolor inicial que le parecía insoportable se había pasado a una especie de picor para terminar en un a excitación incontrolable. Ella llevó sus dedos a su coño y empezó a hacerse una paja mientras su vecino la sodomizaba con fuerza.
    
    Unos minutos después estaban a punto de llegar al orgasmo los dos. Luismi arqueo la espalda haciendo que su polla llegara más profundo aún y gritó cuando su esperma comenzó a brotar a chorros inundando las entrañas de su joven vecina de leche caliente. Ana, al sentirse llena, también llegó al orgasmo. El morbo de que un vecino casado, 20 años mayor que ella, ante quién se había exhibido le hubiese partido el culo en su propia casa era de un nivel superior a cualquier otra situación vivida por ella.
    
    Transcurridos unos segundos de relajación, Luismi le pidió poderse duchar. Ambos estaban completamente sudados. Ana dejó que fuera él el primero en utilizar la ducha. Sin saber en qué momento, ella totalmente desnuda observaba el cuerpo de aquel vecino maduro bajo la ducha y se le volvió a mojar el coñito. Aquella buena polla que se acababa de comer y que la había sodomizado sin compasión pendía ahora, moviéndose de lado a lado, morcillona.
    
    Luismi le pidió una toalla a su espectadora. Ana le dio la misma que había utilizado ella misma. A él le resultó muy morboso. Una vez vestido y ya en la puerta para salir se volvieron a besar. Ella, dada la diferencia de altura, se puso de puntillas. Ya con la puerta abierta ella le llamó la atención:
    
    -Me debes un polvo
    
    Luismi la miró extrañado:
    
    -Sí, por el coño... -y sonriendo le mostró su dedo corazón de la mano derecha extendido y cerró. 
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