1. El vecino


    Fecha: 19/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    Luismi entró en el portal empujando su bicicleta. Como cada día había cubierto una ruta mixta de unos 50 km. A sus 46 años su físico no aparentaba la edad. Se mantenía en buena forma. La fecha, finales de agosto, no permitía aún recorridos más largos. Las temperaturas eran altas todavía. El ruido de los piñones era lo único que se oía en aquel bloque de pisos, y es que la mayoría eran segundas residencias veraniegas.
    
    Al pasar por delante del bajo B se abrió la puerta. El ciclista se sorprendió antes de reconocer a los vecinos que salían:
    
    -¿Qué de vuelta a casa ya? -preguntó Luismi al hombre que salía con un equipaje seguido por su mujer y su hija.
    
    -Hombre, Luismi, -saludó el veraneante -sí la mujer y yo nos vamos ya. Pero Ana, mi hija, se queda una semana más.
    
    -Ah! ¿Ha venido tu hija? -preguntó extrañado Luismi mirando a la hija, Ana, que levantó una de sus cejas en señal de sorpresa.
    
    -Sí, ha venido de Madrid unos días a descansar. Está estudiando medicina y lo va a terminar en septiembre. -Respondía orgulloso el padre.
    
    Luismi se acercó a la chica para saludarla con dos besos. Sus miradas se engancharon, con media sonrisa él, con algo de asombro ella. Se besaron muy cerca de la comisura de los labios. Más lascivo que amistoso.
    
    -Se te ve muy bien... -comentó Luismi escrutándola de arriba a abajo.
    
    La frase de halago hizo que la futura doctora de 26 años se ruborizase mientras el ciclista se alejaba ya de ellos tras despedirse de sus vecinos.
    
    Ana seguía todavía dándole vueltas a la frasecita..."se te ve muy bien...". Y es que su vecino le había mentido a sus padres. Él sabía que ella había llegado varios días antes. De hecho habían mantenido un pequeño pero excitante contacto visual.
    
    Había sido en su segundo día cuando salió a tomar el sol a su terraza. Sin pensarlo demasiado, comenzó a tocarse hasta conseguir un orgasmo que se aceleró, sin dudas, cuando descubrió que su vecino la observaba. En un principio ella se asustó pero luego se excitó. Masturbarse en su terraza, a la vista de un vecino maduro, hizo que su libido se disparase. La sensación de excitación era indescriptible por desconocida. Estaba calentando a un vecino maduro mientras se masturbaba ante él.
    
    Ana repitió la experiencia un par de veces más. Su vecino ciclista, cerveza en mano, le ofreció un brindis la última vez a lo que ella contestó sacándole la lengua a modo de burla y sonriéndole antes de mostrarle el dedo corazón de su mano derecha extendido de forma obscena. Pero nunca imaginó vivir la situación que se acababa de producir. Sus braguitas se humedecieron de nuevo, ahora en el coche donde transporta a sus padres de vuelta a casa.
    
    Dos días después, Ana entraba sudorosa en el portal después de hacer su carrera habitual. Justo a la altura de su casa se cruzó con Luismi y su mujer Silvia. Ésta saludó a su joven vecina de manera agradable. Durante unos minutos conversaron sobre los estudios de la chica y quedaron en verse en los días siguientes. ...
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