1. Violeta 5


    Fecha: 19/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Gomarana, Fuente: SexoSinTabues30

    ... de mi falo, sus gemidos eran ya, gritos ruidosos y descarados. Venirme desde lo más profundo de mis genitales, iba a ser incontenible, la explosión sería dolorosa pero también un alivio. Jalé de su cadera para descargarme lo más adentro de sus entrañas, Isabela se dejo hacer, dirigiendo sus nalgas lo más atrás posible. Mis jadeos eran casi alaridos, alertando mi venida dentro de Isa. Lo que siguió fue una avalancha de orgasmos entre quejidos y suspiros que terminó con una marejada de cuerpos sudorosos, exhaustos y tendidos sobre el colchón, hechos una maraña.
    
    – Te va bien lo dominante Tristán. – comentó mi suegra rompiendo el silencio después de algunos minutos.
    
    – Las tres me lo hacen fácil. – respondí un poco agitado todavía. Mi cabeza, en el final de nuestra orgía, había quedado en los suaves y acolchonados glúteos de Violeta.
    
    – Mi hija no se equivocó, para mi, sin importar qué, ya eres parte de esta familia.
    
    – Gracias Trini.
    
    – No me agradezcas nada, donde tú ves azar, yo veo providencia. Esto ya estaba destinado a suceder.
    
    – Ya me lo habías dicho, y con días como este, me convences más.
    
    – ¿Mamá ya te contó Tris, lo de Vania y Noé? – interrumpió Violeta preguntándole a Trinidad quien tenía las piernas enredadas a través de sus dos hijas, pero los brazos aún amarrados.
    
    – Sí.
    
    – ¿Segura?
    
    – Sí Violeta, que entró desnuda y lo besó. ¡Qué excitante debió ser eso!
    
    – No eso no mamá. – atajó Isabela con una sonrisa burlona.
    
    – ¿Cómo? ¿Ya hubo otro evento? – preguntó Trinidad volteando a verme con asombro.
    
    – Sí, acaba de pasar Trini. – respondí con una sonrisa.
    
    – Pues termina de desatarme y cuéntame. ¿Por qué soy la última en enterarse?
    
    Desatamos a la joven matriarca, nos acomodamos de mejor forma en la cama y las tres atentamente escucharon mi relato:
    
    Llegué a la dirección que me había dado. El mensaje de texto tenía instrucciones muy específicas. Una casona vieja, rodeada de vegetación, fuera de la ciudad, entre los kilómetros 33 y 34, al lado de la carretera. La autopista estaba casi vacía, nadie pasa por ahí entre semana, así que, cuando vi un carro a lo lejos, supe que era ella. Bajó de su auto, vestía ropa casual, nada para llamar la atención; mezclilla y playera, como para ir al supermercado, con todo, no podía disimular sus voluptuosas curvas. Me contó que la propiedad había sido de una tía, quien falleció hace algunos años y nunca tuvo hijos, así que, se la heredó. Ella regularmente pasa algún tiempo ahí, en especial, cuando busca algo de tranquilidad. Antes de entrar, por el portón de madera, nos dimos un beso algo efusivo.
    
    Si la casa por fuera parece vieja y descuidada, por dentro es mucho más moderna y acogedora. Nos desnudamos casi al instante, sentí que ella no podía esperar más. Vania había preparado con antelación, una especie de cama árabe con almohadas y cojines en toda la sala, con pareos y mascadas colgando de las paredes. Acomodó su hermoso cuerpo desnudo, sentándose entre un montículo ...