1. Violeta 5


    Fecha: 19/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Gomarana, Fuente: SexoSinTabues30

    ... el violeta era tan intenso que más bien, parecía morado.
    
    – Y tú, – dije señalando a Isa. – ve a meterle el hocico entre las piernas a tu madre. ¿Qué no hacen eso las perras?
    
    – Sí, Mi Amo. – respondió Isabela, a quien mis órdenes, francamente la divertían.
    
    Había armado una escena casi a la par de la vista en pantalla que, en ese segundo, nos mostraba a Mireva cabalgando a su hijo y al cura totalmente sudado, recibiendo en su pene las chupadas vigorosas de la pequeña gemela. Ambas escenas comenzaban a calentarme mucho: Violeta jadeante, asfixiando con la vulva a su madre; Mireva gimiendo penetrada por su hijo; la pequeña Trinidad provocando una copiosa eyaculación al párroco y la otra Trinidad, la adulta, retorciéndose por la lengua de Isa, quien succionaba su vagina. Me concentré en el culo de Isabela. Su sexo lampiño entre el final de sus nalgas y el principio de sus muslos era una imagen centellante, tan cerca y tan lejos de mí. El vaivén hipnotizaba, su aroma dulce y húmedo viajaba hasta mi nariz. Ese culo balanceándose de un lado a otro, llenaba de sangre mi pene a tal punto, que no podía más con su dureza. Me sentía en trance, consumido cada vez más por mi lado dominante, ese personaje que ellas me habían dado para que yo las sometiera. Odié en ese momento nuestro secreto, la excitación era tanta que, en mi mente sólo existía la hermosa vulva de Isabela. Tenía que atravesar ese botón de carne.
    
    Perdido me abalancé sobre ella, en total rendición a ese placer que me esquivaba. Escupí entre sus nalgas y mi saliva cayó directo en su ano. Isa lanzó un corto gemido, más de sorpresa que de placer. En ese instante, justo antes de meterla, dudé si era mejor por esa vía. Lo único más atractivo que ese sexo puberto y regordete, era su cerrado y simétrico ano, con pocas arrugas y de un color rosa pálido. Un suave destello magenta desvió mi atención, era Violeta que, con los ojos cargados de lujuria, resolvió mi dilema. Interprete su intención al dirigirme esa mirada como una arenga para sodomizar a su hermana menor. Por poco lo hago sin dilatarla, mis caderas solo empujaban hacia adelante. Reculé, fui por lubricante en uno de los cajones del buró, y con abundancia lo puse en mis dedos índice y medio, puse un poco en su entrada dando pequeños giros con las yemas de ambos dedos, Isabela sacó un suspiro desde el fondo de sus pulmones.
    
    – ¿Qué haces Tris? – preguntó con voz entrecortada.
    
    – ¡Calla, las perras no hablan! Voy a cogerme este culo. – repliqué dándole una pequeña nalgada y aumentando la presión de mis dedos, que ya entraban un poco en su orificio.
    
    – ¡Pero tú y yo…!
    
    – ¡Qué te calles perra! ¡Y para ti soy: Amo, recuérdalo!
    
    – Si Mi Amo.
    
    – ¡Así es, tu amo y ahora voy a dilatarte, luego guardaré toda mi leche en lo más profundo de tu recto!
    
    Después de espetarle esta última frase, Violeta paró su movimiento encima de la boca de su madre. Sentí las dos miradas atravesándome. La de Trinidad era una llamarada color café, ...
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