1. Descubriendo un Mundo Nuevo 3


    Fecha: 07/06/2019, Categorías: Incesto Autor: maeztred, Fuente: RelatosEróticos

    ... comensales fue dispuesta de manera que, en el extremo más próximo al salón de casa, se sentaban juntos los dos matrimonios formados por mis padres y mis tíos, ocupando así la mitad de la mesa, y la otra mitad estaba ocupada por mis hermanas Mel y María que estaban sentadas una frente a la otra en la parte central y, en la posición, supongo que estudiada por mi hermana María, nos había colocado, a mi prima Amaya y a mí, en la otra parte del semicírculo de la mesa, que era demás la que quedaba más alejada del comedor y la menos iluminada, por cierto.
    
    Cuando todos nos sentamos, yo lo hice a la izquierda de mi prima, a mi izquierda tenía a mi hermana Mel, y a la derecha de mi prima Amaya, enfrente de Mel estaba mi hermana María. Nos servimos todos y la cena empezó a transcurrir en una ambiente tan agradable y distendido que, entre la exquisita comida y los comentarios y chascarrillos, la verdad es que estaba olvidando, casi por completo, lo ocurrido un rato antes, sino fuera porque tenía tan cerca a las dos culpables del calentón, además del bombón de mi hermana Mel, que se había puesto un vestido veraniego para la ocasión, con un escote que dejaba ver el principio de su canalillo y le sentaba de muerte, lo que hacía que cada vez que mi vista se cruzaba con alguna de ellas, mi cuerpo reaccionara sin poder evitarlo.
    
    Y así estuvimos hasta que llegó el momento de atacar la carne, y yo me disponía a degustar una estupenda hamburguesa de ternera, cuando casi me atraganto al notar unos suaves dedos que, con sus yemas, acariciaban el codo de mi brazo derecho desde abajo con mucha suavidad; era mi prima Amaya la autora de la caricia. La miré y me encontré con su mirada y con una dulce sonrisa en su rostro. Yo, que aún estaba un tanto desconcertado, (el cabreo se me iba diluyendo), la miré con sorpresa e hice un ademán interrogativo encogiéndome de hombros, como preguntando -¿qué haces?-. Por toda respuesta tiró de mi codo hacia abajo para que lo quitara de la mesa, supongo que fuera de la vista de los demás, por lo que dejé momentáneamente el cubierto, y enseguida ella siguió su caricia bajando por mi antebrazo hasta llegar a coger mi mano y tirar de ella hacia donde ella estaba. Dado que no estábamos lejos unos de otros, me comencé a poner muy nervioso y, aun más cuando la propia Amaya depositó mi mano sobre su muslo izquierdo. Qué gusto sentir de nuevo su suave piel, pero debo reconocer que me superaba el temor que se estaba adueñando de mí: como alguien se diera cuenta de aquello me iba a caer una bronca de las que hacen época. A pesar de ello, como no, las hormonas mandaban.
    
    Como no podía ser menos, fue María la que nos descubrió, supongo que porque nos debía estar controlando todo el tiempo. Se movió hacia atrás disimuladamente en su silla y bajó un tanto la mirada hasta que vio mi mano, todavía inmóvil sobre la pierna de nuestra prima. Nos dedicó una sonrisa cómplice. Pero su movimiento no pasó inadvertido y siguiendole la mirada, Melinda ...
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