Laura y Carolina: Bendito bikini - Relatos Eróticos

Laura y Carolina: Bendito bikini

... ignorándola-, continuaba concentrada en su faena:

—Ahora viene la exfoliación, para eliminar células muertas y suavizar la piel —explicó con voz serena.

Tomó una pequeña esponja y la deslizó lentamente por el pubis de Carolina, que no pudo evitar estremecerse. Los suaves movimientos circulares alrededor de su zona más íntima resultaban tan relajantes como electrizantes. La voz de Laura se había convertido en un murmullo lejano y ya no prestaba atención a sus explicaciones. Solo podía concentrarse en esa sensación, suave pero ligeramente rugosa, acariciándola de manera tan íntima y desencadenando olas de placer que recorrían su cuerpo por completo.

Estaba tan absorta en esas placenteras sensaciones, que el contacto repentino de un chorro de gel frío sobre su pubis la sobresaltó, haciéndole dar un pequeño respingo. Sintió cómo se erizaba cada vello al contacto y tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no retorcerse.

Su respiración se aceleró cuando Laura comenzó a extender el gel con sus dedos, masajeando suavemente la zona. Empezó a preguntarse si esas intensas oleadas de placer que sentía eran lo normal durante una depilación. Quizás tenía la líbido demasiado activa, pensó sonrojándose.

O tal vez Laura se estaba tomando su tiempo a propósito, aprovechando para mortificarla.

Fuera lo que fuese, Carolina estaba hecha un manojo de nervios, con todo el cuerpo vibrando ante esa deliciosa tortura. Notaba su interior contraerse en espasmos, ansiando ser llenado. De momento la sesión estaba resultando mucho más placentera de lo que había imaginado.

Mientras, los dedos de Laura continuaban masajeando el montículo en círculos, extendiendo la crema uniformemente. Carolina echó la cabeza hacia atrás, mordiéndose el labio para acallar un gemido. Ese roce suave pero firme la estaba poniendo a cien.

Cuando la yema de un dedo pasó casualmente entre los pliegues externos, Carolina ya no pudo contener un jadeo. Estaba empapada y tenía todo el cuerpo en tensión por el esfuerzo de mantenerse quieta.

De pronto, la voz de Laura pareció llegar desde muy lejos.

—Y bien, ¿Qué diseño te gustaría?

Carolina abrió los ojos de golpe, sobresaltada. Por un momento había olvidado dónde se encontraba y qué estaban haciendo en realidad.

—Ehm... no lo había pensado —musitó con un hilo de voz— podría ser...no, mejor... ¡ya lo tengo! El conejito de Playboy —propuso entusiasmada.

—Eh...bueno…

—O espera, ya sé, ¡un gatito sentado!, ¡sí, eso! —continuó Carolina.

—Ummm...un gato —dijo Laura dubitativa.

—Nah! no, ¿verdad?, mejor… ¡unas alitas de ángel!, ¡como la canción! —exclamó cambiando de nuevo de idea.

Carolina tenía la mente de una artista, llena de coloridas fantasías. Aunque Laura adoraba eso de ella, maldijo para sus adentros no haberle dado desde el principio algunas opciones cerradas, bien sabiendo que, como en todo, cuando la dejaba a su aire, su novia empezaba a divagar en una espiral de ocurrencias cada vez ...