1. Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 10


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... dejar que te vayas Tito…! —comienza a lloriquear—. Si te vas entonces que sea conmigo… vámonos los dos… pero no tú solo… no me abandones o me moriré de dolor.
    
    —¡Ya no más, Sugey, ya no más! —le imploro con un fuerte suspiro.
    
    —¡Todo lo que te he dicho es cierto, mi vida! ¡Es por ti por quien vivo! ¡Vamos… tómame… soy toda tuya!
    
    —¿Pero qué haces?
    
    —¡Demostrarte que soy tuya de verdad!
    
    Entonces Sugey, en un arranque de locura, comienza a quitarse el vestido negro, el cual se rasga al pasárselo por las piernas, pues es bastante ajustado. También se quita los tacones y finalmente queda desnuda por completo ante mí. Me esfuerzo por tener una voluntad fuerte y así evitar caer rendido a sus encantos.
    
    Pero esas enormes tetas que le cuelgan, aunado a la hermosa figura de sus caderas anchas, sus piernas majestuosas, su pubis depilado, brillante, y toda ella blanca como la espuma… no me lo ponen fácil en absoluto. Lo sé porque mi pene comienza a palpitar.
    
    —¿Es así como pretendes convencerme de tus mentiras, Sugey, ofreciéndoteme como una puta?
    
    Sé que le duelen mis palabras porque ella cierra los ojos y noto un gesto de agonía en su cara que por un momento me mata. Luego… ella se resigna a recibir toda clase de improperios de mi parte, al creerlos seguramente merecidos, y me dice:
    
    —Haré lo que haga falta para convencerte de que a quien amo es a ti.
    
    Y la furia que tengo guardada en mi alma me extralimitan. No puedo creer que llegue a estos extremos para mantenerme sometido a su voluntad. Quizá este resentimiento que tengo me hace gritarle:
    
    —¡Entonces ponte a cuatro patas de una puta vez, mamá, como las perras!
    
    Y para mi sorpresa ella lo hace sin rechistar, aunque al principio lanzó un gemido de asombro. Sugey, apoyándose de la puerta, se echa en el suelo, desnuda, y de rodillas se gira hasta ofrecerme su enormísimo culo. La piel me cosquillea cuando me echo detrás de ella, también de rodillas, de modo que mis manos, en automático, estrujen cada uno de sus grandiosos glúteos y los aprietan.
    
    —“¡Uffff… cariño… sí…!” —jadea ella.
    
    Los latidos de mi corazón son tan fuertes que hasta creo que ella es capaz de oírlos también.
    
    —¡Eres una mala madre, ¿sabes, Sugey?!
    
    —Sí… lo sé… mi niño… por eso perdóname…
    
    —¡Las mamás buenas no le ofrecen el culo a sus hijos, Sugey! —le recuerdo, azotándole el culo por primera vez.
    
    —¡Ahhh! —jadea ella ante el dolor de mi golpe.
    
    Como ella es tan blanca, en sus glúteos quedan marcadas las huellas de mi mano, una en cada cual.
    
    —Vamos… mi amor… toma lo que te pertenece… mi ano te pertenece a ti, sólo a ti, Tito.
    
    —¡Sucia! —exclamo, dándole otras fuertes nalgadas—. ¡Eres una madre sucia y guarra que merece un correctivo de verdad!
    
    —¡Oh, sí, mi amor! —me responde con voz de putona—. ¡Merezco que me castigues! ¡Soy una mala madre y tú, como mi hijo, me tienes que disciplinar!
    
    Sé que Nacho está muy cerca de nosotros porque escucho sus densas respiraciones. Mi cambio de actitud ...
«12...456...10»