Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 10 - Relatos Eróticos

Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 10

... ¿verdad que no, Tito?

Mi madre farfulla. Se incorpora hasta quedarse de rodillas y me mira, con sus magnánimas tetas colgándole en el pecho. Sus ojos azules mirándome con preocupación.

—¿No lo quieres hacer, mi amor?

—No en estas circunstancias —le respondo sintiéndome bastante dolido—. Quería que esto fuera… diferente, en nuestra propia intimidad.

—Mi cielo —me dice ella, haciendo una mueca de afecto y de lástima por mí.

Se incorpora un poco más y me observa con cariño. Pone sus manos sobre mis mejillas y las acaricia con ternura.

—Tú lo prefieres a él, ¿verdad, mamá?

El rostro de mi madre se turba. De pronto tiene los ojos llorosos. Su instinto materno la advierte de que estoy sufriendo. Que esto que ocurre está siendo peor de lo que esperaba. Ya no importan demasiado las imágenes o audios que la cámara de mi bolígrafo haya grabado hasta ahora. Yo me siento burlado y mamá ahora lo sabe. Por eso sus manos tibias vuelven acariciar mis mejillas.

—Te lo digo delante de Ignacio, mi amor —me dice ella, con voz firme, poniéndose de pie—. Tú, Ernesto, eres mi vida. Te amo con toda mi alma, y siempre, entiéndelo bien, siempre te voy a preferir a ti por encima de todos.

—No me lo has demostrado esta noche, ¿sabes? —la acuso, al experimentar la suavidad de sus manos acariciándome las mejillas—. Te estás comportando de una forma indigna delante de mí, sólo para complacerlo a él.

El amante de mi madre, porque ahora estoy casi convencido de que nunca ha sido su ex amante, se echa a reír. Los ojos de Sugey arden furiosos mientras lo miran, luego vuelve sus pupilas hacia mí y me responde, segura de sí:

—Lo que ha ocurrido hasta ahora es un efecto colateral, hijo, en el que Nacho ha sido el precursor. Eso no significa que lo prefiera por encima de ti.

—Me siento ridículo, mamá —me quejo, con un desespero impropio de mí—. ¡Tú y él me han hecho sentir así, ridículo y un completo idiota! Desde que llegamos ambos se han estado burlando a mi costa. Y creo que no lo merezco, ¿sabes? No lo merezco. ¡Me siento utilizado, como si mi presencia sólo fuese un aliciente para el morbo extraño que tienen los dos!

—¡No es así, mi príncipe, mami jamás se ha burlado de ti de ninguna manera!

—¡Lo has hecho, mamá… en complicidad de ese parásito! —Señalo a Nacho, que tiene un gesto de fingido asombro—. Por lo menos porque soy tu hijo debiste de tener consideración hacia mí. ¡Pareciera que no nos llamamos nada! ¡Es que una madre jamás expone de esta manera a sus hijos!

—Excepto las perras —interviene Nacho, que nos dedica una sonrisa.

—¡Tú te callas, cabrón! —le grita mi madre como si apenas estuviera reaccionando a todo lo que ha ocurrido—. Y tú, hijo, lo siento, de verdad. Estabas tan… callado, que creí que este juego te estaba pareciendo… divertido.

—¿Divertido? —me echo a reír para no llorar—. ¡Claro, qué divertido es que el amante de tu madre la trate como una golfa y que ésta acceda a todas sus perversidades como si fuese su ...