1. Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 10


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... esclava!
    
    Mi madre tiene los ojos llorosos. No deja de frotarme mis mejillas con esa ternura que recuerdo de niño. Luego me abraza con fuerza y acaricia mi cabeza. Yo advierto la dureza de sus pezones y la abundancia de sus pechos hundiéndose contra mí. Quisiera abrazarla también, pero no me sale. Estoy muy enfadado con ella.
    
    —Sabíamos que de esto se trataba, mi vida —me susurra en el oído—… nada de lo que pasa aquí es real… yo te amo a ti, siempre.
    
    —Pero lo prefieres a él —insisto.
    
    Y ella, desesperada, se separa de mí, con sus ojos encharcados, y me dice:
    
    —¡Te prefiero a ti, Ernesto, entiéndelo!
    
    —¡Pero te calientas más cuando él te toca, mamá!
    
    —¡Eso es mentira! —se defiende.
    
    —¡¿Mentira?! —me echo a reír de nuevo—. ¡Sólo te has empapado cuando él metió su mano a tu entrepierna! No sentiste nada mientras te chupaba los pezones. Ni siquiera te mojaste. Fue hasta que Nacho te metió la mano que se desprendieron tus fluidos.
    
    —¡Yo he estado mojada desde el primer instante en que sentí tu lengua en mis pechos, hijo!
    
    —¡Nacho dijo que fue hasta que te metió los dedos!
    
    —¿Y le crees más a este idiota antes que a mí, que soy tu madre?
    
    —Epa… —responde el cabrón—, que estoy aquí.
    
    Pero ambos lo ignoramos. Soy yo el que responde:
    
    —No hay forma de creerte nada, mamá. Has dicho tantas mentiras que a estas alturas ya no hay manera de que pueda confiar en ti.
    
    Retrocedo, y veo a mi madre de pie, con sus tacones anclados en el suelo. La obscenidad con que sus magnánimos pechos cuelgan en su torso es bestial, pero también morboso y excitante. Incluso su imagen procaz se ridiculiza aún más ahora que parte de su vestido continúa enrollado en sus caderas, dejando al aire libre su pubis depilado.
    
    —Mírate como estás, Sugey —le digo—, como una ramera… delante de él.
    
    —¡Sabías que esto tenía que pasar, hijo!
    
    —Lo que no sabía es que tú a mí no me amaras de verdad. Porque si me amaras… habrías tenido más consideración de mí, madre. En pocas palabras, mamá. Tú a mí no me amas… y mucho menos me deseas…
    
    Ella reacciona con angustia, frunciendo su hermoso rostro, hasta que me grita, exaltada:
    
    —¡Tú no puedes decirme que no te amo y que no te deseo, cuando me he entregado a ti como nunca lo hice con ningún hombre, Ernesto!
    
    —¡No, Sugey, no voy a caer esta vez a tus chantajes emocionales!
    
    Pero ella continúa, histérica:
    
    —¡Tú no puedes decirme que no te amo y que no te deseo cuando he arriesgado todo para tenerte entre mis piernas!
    
    —¿De qué hablas, mamá?
    
    —¡Desde mucho antes de que tú te dieras cuenta, yo ya me había desnudado ante ti, hijo! No fue esa noche en que me viste masturbándome en la bañera con ese utensilio de cocina cuando nuestra historia filial comienza. No. Esto se remonta a mucho tiempo atrás. ¿Porque sabes algo, hijo? Muchas veces, mientras tú dormías, yo… recién salida de la tina, me dirigí a tu habitación…
    
    —¿De qué estás hablando, mamá?
    
    —¡Mira cuán enferma estoy por ti, hijo de mi vida, que ...
«1234...10»