Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 10 - Relatos Eróticos

Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 10

Capítulo 10

Una estridente risotada procedente de Nacho se oye en todo el salón. La gracia se debe a la humillante imagen que tengo de mi madre que está a cuatro patas, cual perra con apetito, sobre el sofá, con el vestido negro, elegante, enroscado a la altura de sus caderas, y su enorme culo resplandeciente, en pompa, dirigido a mi cara.

Con las dos manos se abre de nalgas, y del centro de su ano sobresale la base plateada de un plug que tiene insertado en el recto completamente.

Y yo estoy paralizado detrás de ella, y estoy seguro que con un gesto bobalicón, terriblemente asombrado por la obediencia que le ofrece a Nacho. Por esa complicidad que existe entre ambos. Por ese aparente enamoramiento del que yo jamás creí real.

—¿Estás cachonda, Sugeyita? —le pregunta él.

—Lo estoy… —susurra ella con voz erótica.

—¿Por eso tienes ese plug clavado en el culo? —ataca él nuevamente.

—Sí…

—¿Quieres que tu hijo te reviente el ojetito?

Esa pregunta me calienta la cabeza.

—Sí…

—¿Cuánto lo deseas, Sugeyita? Díselo, dile a tu bebote cuánto deseas que te reviente el culo con su polla.

—Estoy ardiendo… hijo… necesito que me penetres…

Su voz, esa maldita voz de guarra que tanto me excita. Pero yo permanezco inmóvil, incapaz de comprender hasta dónde llegará esta locura.

—Sé más guarra, Sugeyita, para que lo puedas convencer, que ahora nuestro niño parece aturdido. Ofrécetele como una puta. No te hagas la recatada ahora. A estas alturas esto ya no te vale. Tu hijo sabe que su madre es una puta de cuidado a la que le encanta la verga, así que no te pongas con remilgos, que no te queda.

Y espero la respuesta de mamá, que me dice, con esa misma entonación de zorra:

—Sí… mi bebé lo sabe… sabe que mami es una…

—Puta —susurro yo.

Nacho sonríe y le insiste:

—Entonces menea el culo, Sugeyita, y dile a tu hijo que te lo desvirgue.

Escucho la conversación casi absorto, y por un momento me echo a reír.

—¿Es que no lo tiene reventado ya, Nacho? —le pregunto desdeñoso—. Ahora mismo un plug anal está enterrado en su ano.

Nacho sonríe, meneando la cabeza.

—Apenas son algunos cinco centímetros hacia adentro, muchacho. Apuesto que tu pollita mide más. —No me gusta la forma en que dice “tu pollita” y se lo hago saber con mi gesto de pocos amigos—. Apuesto, Tito, que quieres y estás loco por hundir tu verga en el ano de mamá.

Sugey jadea, como si aquella aseveración la excitara. Por eso mueve el culo, ya que este movimiento permite que el plug friccione su ano y le provoque oleadas de electricidad.

—¿Por qué te quedas como tonto allí, bebote? —me increpa Nacho—. ¿Es que no sabes follar culos?

—No me jodas, Nacho.

—¿Qué te parece, Sugeyita? Al parecer tu bebote se ha puesto remilgado como tú. Dime, putita, ¿prefieres que te desvirgue el recto yo?

—¡No! —responde ella de inmediato, deteniendo el movimiento de sus nalgas—. Lo quiero a él, a mi hijo. Lo necesito dentro de mí.

—Pero él no quiere, ...