Iniciándonos en el dogging
Fecha: 02/06/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Liluska Hetcher, Fuente: TodoRelatos
... recuperar algo de aliento y se me paralizó el corazón.
Al reincorporar levemente mi cabeza, descubro que un hombre estaba parado a un escaso metro de distancia, del lado de la ventanilla de mi marido; aunque no podía verle la cara, era obvio que nos estaba observando.
Mi esposo: ¡Por favor seguí!
Yo: ¡Hay un hombre afuera mirándonos!
Mi esposo: ¡Por favor seguí!
Y siento que su mano juguetona en mis pechos, pasa a mi cabeza, para conducirla hacia abajo.
Al comienzo me resisto; pero, era tal la calentura experimentada, que dejo de oponerme.
Mientras retomaba mi mamada, pensaba que ese hombre ya conocía mis pechos y la ropa interior que tenía puesta.
No sé cuanto tiempo pasó; pero, decidí reincorporarme para acomodarme; no podía sacarme a ese hombre de la cabeza.
Cuando me erguí, comprobé que ese hombre seguía ahí, e intenté reacomodar mi vestido.
Mi esposo: ¡Dale! Súbete. ¡Necesito cogerte!
Yo: ¡Ese tipo sigue ahí!
Mi esposo: ¡Necesito ponértela!
Yo: ¿No era que con ventanilla cerrada no tenían que molestarnos?
Mi esposo: ¡Dale! Súbete.
Él me toma de las axilas para elevarme, y yo me quedé atónita por la situación. Ahora podía verle la cara al extraño y su expresión desorbitada de deseo.
Me dejé llevar, y al sentir el mástil de mi marido, que se metía hasta el fondo fácilmente, me produjo alivio y un profundo orgasmo inmediatamente.
Mi esposo: ¡No lo mires y cabalga!
Giré mi cabeza y obedecí. Era tremendamente placentero recorrer la verga de mi esposo con mi vagina.
Mi esposo bajó los breteles de mi vestido; por lo que quedó enrollado en mi cintura.
Al rato, no pude con mi curiosidad, y giré mi cabeza para ver si ese hombre seguía allí.
No sólo estaba allí, sino que se había acercado a escasos centímetros de la ventanilla y se masturbaba desesperadamente.
Yo gemía como loca al venirme el segundo orgasmo, cuando mi marido me pregunta:
Mi esposo: ¿Bajo la ventanilla?
En ese instante, no recordé que significaba, porque estaba totalmente entregada al placer del sube y baja; por lo que no le respondo; así que, seguí cabalgando observando la masturbación de ese extraño, dándome cuenta que tenía un gran tamaño entre sus manos y su mirada clavada en el bamboleo de mis pechos.
Esa imagen se fue desvaneciendo al empañarse los vidrios de las ventanillas del auto.
Mi esposo: ¿Bajo la ventanilla?
Sigo sin responderle, porque estoy entregada a la verga espléndida de mi marido.
De repente, veo que la ventanilla comienza a bajar y ahora estábamos en vivo, a escasos centímetros.
Mi esposo: ¿No tienes ganas de chupársela?
Yo sigo cabalgando como si nada, cuando súbitamente me asusto, porque el extraño estiró su mano hacia mis pechos, acercándose aún más.
Comienza a acariciármelos y lo miro fijamente a mi marido a los ojos, para observar su reacción. Parecía disfrutarlo y cuando giro nuevamente mi mirada hacia el extraño, puedo comprobar que estaba casi encima de nosotros; ...