1. Iniciándonos en el dogging


    Fecha: 02/06/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Liluska Hetcher, Fuente: TodoRelatos

    ... ese lugar, porque al terminar, iríamos a los Bosques de Palermo.
    
    Casi todo el transcurso de la cena, conversamos sobre el “dogging”, que en realidad nunca me había quedado claro de que se trataba.
    
    Él me contó que la práctica esta reglamentada, algo que me llamó poderosamente la atención.
    
    Mi esposo: Si lo hacemos dentro del auto con las ventanillas o puertas abiertas, eso quiere decir que se está invitando a una tercera persona a participar.
    
    Yo: ¿Cómo? Eso no lo había entendido. ¡No acordamos hacerlo con otras personas!
    
    Mi esposo: Lo sé; pero, si permanecemos con la ventanilla cerrada o sin luces prendidas, significa que los demás no pueden molestarnos.
    
    Yo: Ah! Ok
    
    Casi finalizando la cena, mi ansiedad no tenía control; entonces, aprovechando que el mantel era largo, me descalcé y comencé a jugar con mi pie, en su entrepierna por debajo de la mesa.
    
    Su reacción fue inmediata y aceleró el proceso de pago de la cuenta.
    
    Una vez que nos adentramos por las calles internas del Bosque de Palermo, observamos varias zonas muy oscuras y nos dio inseguridad, hasta que en una curva detectamos tres automóviles estacionados.
    
    En uno de ellos, parecía no haber nadie; en otro, seguramente llevaban un rato amándose, por lo empañado que tenían sus vidrios; y el tercero, seguramente recién llegaban, porque se notaba de forma nítida que estaban besándose.
    
    Así que decidimos estacionarnos en esa zona, a unos seis metros del último automóvil.
    
    Me sentía como una quinceañera en su primera cita. Quizás, eso hizo que nos atreviéramos a hacerlo a nuestra edad, era como rejuvenecedor.
    
    Comenzamos a besarnos con pasión; mi marido es muy bueno haciéndolo y en mí, provoca una total entrega; de hecho, una de sus manos ya acariciaba mi muslo, que luego se abriría paso por debajo de la falda.
    
    Con mi mano verificaba que él, ya tenía una descomunal erección; así que, comencé a desabrochar su bragueta.
    
    Antes de avanzar al siguiente paso, ambos realizábamos una visión de 360º, verificando que no había nadie alrededor.
    
    Volviéndonos a besar, siento que su dedo índice se introducía en mi vulva, al mismo tiempo que su dedo anular, jugaba con mi clítoris.
    
    Yo continúe con mi tarea pendiente, y al terminar de desabrochar su bragueta, introduje mi mano, sintiendo calor y comprobando el tamaño adquirido de su verga.
    
    No pude sacarla, por lo que tuve que desabrochar su cinturón y el botón superior.
    
    Mientras tanto, la mano del brazo que pasaba por encima de mi hombro, tomaba uno de mis pechos, para masajearlo y jugar con mi pezón, que estaban erectos como hace tiempo no lo estaban.
    
    Una vez que pude liberar su falo, observé que el brillo de la luna, reflejaba sobre su glande; lo cual, era una imagen muy erótica, por lo que me tardé un momento antes de agacharme, para mamársela.
    
    Así, estuvimos un buen rato; mi entrepierna con signos de extrema humedad y yo dedicándome a que recordara esa mamada.
    
    De repente, dejé de chupársela, para ...