1. Una esposa latina


    Fecha: 01/06/2019, Categorías: Infidelidad Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... verdad, le pedí a Alfonso que me acompañase a la sala de observación para que se tumbase y así poder administrarle medicación. Una vez allí, le coloqué una vía venosa y luego pedí a Diana que me acompañase de regreso a la consulta.
    
    —Mire señora, quiero medicar a su esposo y necesito saber la verdad sobre lo que le ha dado usted porque si no podría provocarle una sobredosis a su esposo y acabar ingresado en el hospital, o algo incluso peor. De manera que dígame la verdad.
    
    Diana fue a hablar, pero en el último instante las palabras, probablemente falsas, se negaron a salir de su boca. Después de meditar unos segundos sin atreverse a levantar la vista, la mujer confesó con arrepentimiento que, además de lo pautado, le había dado a su esposo un comprimido extra de su medicación habitual, debidamente machacado y disuelto en la comida para que él no se diese cuenta.
    
    Me levanté de la butaca sin hacer advertencias ni reproches sobre su comportamiento. Hacía tiempo, cuando era todavía un joven inquieto e impulsivo, mi abuela me dijo que antes de hacer o decir nada, pensara qué ganaría con ello, porque cuando no hay una ganancia concreta, hay siempre una pérdida.
    
    —Espere aquí —le indiqué sin más, y fui a la sala de observación a ponerle al esposo la medicación que le faltaba hasta llegar a la dosis máxima. Le expliqué al paciente que probablemente esa noche dormiría allí y que al día siguiente, ya se vería qué decisión era la mejor en lo relativo a su tratamiento. Él se mostró conforme, aliviado, agradecido por poder al fin dormir.
    
    De nuevo en mi consulta, me apoyé en el borde de la mesa, justo delante de aquella esposa cabizbaja. No voy a negar que llegué a considerar la posibilidad de coaccionarla, de chantajear a aquella belleza menuda y exigirle una felación a cambio de mi silencio, pero ni me pareció lo correcto ni juzgué que esa fuese mi mejor opción.
    
    Le expliqué que tendría que quedarse allí unas horas y, preguntándole en primer lugar cuál era su país de origen, entablé con ella una conversación interesante, aleccionadora, en absoluto trivial, acerca de su pasado y de cómo una guapa venezolana como ella había acabado emigrando para proporcionarle un futuro mejor a su hijo , o casándose con un jubilado para no ser expulsada del país.
    
    Nos abstrajimos del paso del tiempo, de manera que cuando fuimos a comprobar cómo estaba su esposo, éste dormía tan plácidamente como un niño. Entonces vi a Diana negar con la cabeza y le pregunté qué ocurría, la mujer fue sincera y comentó que habría sido mejor que le hubiese recetado a Alfonso algún medicamento y que éste estuviese durmiendo en casa.
    
    —¿Es que lo estás pasando mal? —quise saber.
    
    —No, que va.
    
    —Pues entonces —le reproché— ¿Qué pasa? ¿Te apetece bailar, tomar una copa?
    
    —Bueno, no sé —respondió encogiéndose de hombros— No creo que sea lo más oportuno.
    
    —¿Y por qué no? —rezongué— Ven, anda.
    
    La conduje de nuevo a la consulta, diciendo que una venezolana con un cuerpo como ...
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