El video (VI) - Relatos Eróticos

El video (VI)

... llegó a casa con una sensación triunfal. Prácticamente todos sus empleados se habían presentado en su despacho avergonzados por el contenido de ese video que, según afirmaron, habían eliminado inmediatamente de la memoria de su teléfono sin llegar a compartirlo con nadie más. Incluso alguno le enseñó la aplicación de mensajería instantánea para demostrarlo, así que no tuvo más remedio que creerles. Se sentía orgulloso de ellos y de sí mismo por haberlos contratado. Tenía buen ojo para sus trabajadores, pero no tanto para elegir pareja. Con Aitor, desde luego, se había equivocado de cabo a rabo. Era inevitable pensar en él. La casa se le venía encima y detestaba la soledad. Pero ese día se encontraba de tan buen humor que decidió arreglarse y salir a cenar. Solo. No le importaba. Se vistió un elegante conjunto de camisa celeste, pantalón beis y una informal americana azul marino a juego con los mocasines de ante. Condujo su Porsche hasta un restaurante argentino que conocía bien y donde sabía que no le mirarían raro por acudir solo. No era el único. Mientras se refugiaba detrás de la carta decidiendo qué tomar, intercambió miradas furtivas con un hombre sentado en una mesa para uno a un par de metros de distancia. Cuando sus ojos se cruzaron se sonrieron. El desconocido levantó su copa de vino pretendiendo brindar con él. Jorge señaló su mesa queriéndole decir que aún no le habían servido la bebida. Entonces el hombre se levantó, agarró con una mano la botella de malbec y con la otra su copa y la copa de agua vacía que reposaba en su mesa. Se acercó a la de Jorge, se la tendió y preguntó si podía sentarse. Lo confirmó con un gesto cortés, llenó la copa y brindaron al fin.

—Me llamo Martín.

Así de fácil fue todo. Jorge había olvidado el proceso del flirteo de toda la vida, reacio a utilizar aplicaciones frías en las que solo se vende carne. Era más tradicional y aquella noche agradeció haber hallado un plan de una manera tan sencilla y natural como cuando estaba soltero antes de conocer a Aitor. Por tanto, al final no cenó solo. Y tampoco se marchó solo a casa. Martín le acompañó, ambos sabían cómo iba a acabar la noche. Se desnudaron en el dormitorio, sin prisas, disfrutando de esefeeling que había surgido en el restaurante, rodeados todavía de las chispas que habían saltado durante una cena en la que no cesó una agradable conversación. Martín era un hombre alto, como él, con una edad similar. No era particularmente guapo, pero sus maneras tan educadas y varoniles le dotaban de un atractivo especial. Lucía un torso normal, delgado, poco tonificado, cubierto de vello únicamente en el centro del pecho y bajo el ombligo. Más allá de este una polla corriente, larga y fina, sin circuncidar. La restregó contra la suya mientras se abrazaban y besaban tumbados en la enorme cama, recatándose antes de lanzarse a gestos más obscenos.

El primero en llegar fue gracias a una mano que se coló en el trasero del otro, sobándolo con vehemencia. Después, ...