En la cocina con Belén - Relatos Eróticos

En la cocina con Belén

... por aquella zona.

Llegamos a su casa, un chalet adosado y según entramos nos dirigimos directamente a la cocina. Aquel día llevaba unas mallas que marcaban su figura y que me volvían loco. En aquellos momentos y según estaba preparando las tazas mi mirada se marcó en su culo. Yo no podía ya apartar mis ojos de aquellos glúteos redondos y ella parece que lo sabía porque se dio la vuelta para preguntar si lo quería con leche o solo.

Me ruboricé y aparté la mirada pero ella sonrió sabiendo que había conseguido lo que quería. Se acercó con la bandeja y la posó sobre la mesa sin apartar sus ojos de los mios y sin decir ni una palabra en todo el pequeño trayecto. Aquel momento hubiera sido el punto de inflexión y de no retorno y podríamos haber evitado todo lo que pasó después, pero ya no había vuelta atrás, todas mis sospechas de que había tensión entre nosotros se aclararon en el momento en que me tocó la mano y me hizo un leve movimiento para que me pusiese en pie.

Mi corazón comenzó a bombear más rápido, y no solo por los nervios, si no la excitación que en aquellos momentos tenía y ella aprovechó mi momento de duda para decirme:

- Tenía muchas ganas de que llegase este día, no sabía si podía esperar más, espero que sepas mantener el secreto y que disfrutes tanto este momento como yo lo voy a hacer.

Yo me quedé mudo, ya me había perdido en aquellos ojos de color avellana y ella se lanzó a mis labios. Besó mi boca como nadie nunca me había besado, ni siquiera mi mujer, la que tanto me seguía poniendo a pesar de los más de 15 años que llevábamos juntos y de los kilitos de más que a ellas tanto le preocupaban y a mí me parecían de lo más sexy.

Su boca húmeda sabía a chocolate, me evocaban a recuerdos adolescentes e inexpertos y así me sentía yo, hacía mucho tiempo que no estaba con otra mujer que no fuese la mía y yo pensaba que ella lo notaría enseguida, pero mi excitación rápidamente dio paso a la pasión y se me olvidó por completo todo aquello. Me abandoné a ella, y comencé a atraerla hacia mí, agarrando fuertemente su culo, aquel con el que yo tantos y tantos días había soñado.

Mi miembro estaba ya a punto de estallar y ella lo notó a través de mi pantalón y al estar tan pegada a mí y comenzó a agarrarlo con su mano sin dejar de besarme y de decirme que si tanto me ponía.

Yo no podía hablar, y ella volvió a tomar la iniciativa y bajó lentamente hacia mi bragueta, que soltó con gran maestría e hizo que mis pantalones acabaran por debajo de mis rodillas. Besó mi pene por encima de mis boxers y yo me deshice en un escalofrío de placer. En ese momento agarró mis caderas con sus uñas bien pintadas y me dirigió para que apoyase mi culo en la mesa justo antes de bajarme mi ropa interior y comenzar a succionar mi polla sin darse tiempo ni siquiera a respirar.

Mi mujer hace unas mamadas de flipar, pero Belén era una puta experta en el tema. Aquello era otro mundo, subía y bajaba sin dejar de aspirar y mientras tanto, dentro de su ...