1. Marcelita 01


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Hetero Autor: adrianam477, Fuente: SexoSinTabues30

    El amor es algo sumamente sorprendente y, más aún, las cosas que suceden en él. Dicen que para el amor no hay edad, pero lo que no se espera es este tipo de amor entre una niña y un hombre adulto; sin embargo, en ocasiones el deseo y la lujuria triunfan.
    
    Marcelita era una pequeña de 4to. de primaria a punto de cumplir 9 años; vivía con su aún joven madre de 34. En el colegio, los niños de su edad, o incluso mayores, buscaban cualquier excusa para acercársele en el receso o a la hora de la salida. Era un tanto tímida, pero tenía una increíble sonrisa adornada por unos labios preciosos, unos bellos ojos café y una melena lisa castaño claro que le caía hasta media espalda y que enamoraba a cualquiera. Era de piel blanca y un cuerpo obviamente nada voluptuoso. Con su 1.34mts de estatura y apenas 26kg. de peso, Marcela era más bien flaquita; tenía unas piernas finas, pecho totalmente plano propio de su edad, unas caderas casi inexistentes y un lindo y respingón culito. Con un cuello muy estilizado y un rostro afilado, Marcela era toda una muñeca que se ganaba miradas. Le encantaba salir a la calle y que todos la miraran.
    
    Desde que tenía cinco años se había criado sola con su madre Camila, ya que su padre tuvo que trasladarse hacia otro país por temas de expansión empresarial y con el tiempo sobrevino el divorcio. Solo lo veía una o dos veces por año. Su rutina era la de cualquier niña de su edad: entre semana se levantaba muy temprano para ducharse, cepillar su cabello, vestirse con su uniforme y tomar un breve desayuno porque la madre siempre le insistía en que debía hacerlo para mantener las defensas altas, etc. A Marcela le encantaba algunos días adornar su cabellera con algún lacito rosa, simplemente porque sí, resaltando un toque de inocencia infantil. Cada mañana, su madre la llevaba al colegio personalmente. A las tres menos cuarto de la tarde, Camila recogía a su hija luego de clases y tras compartir la comida se iban juntas al trabajo que Camila tenía por las tardes que era de auxiliar contable en un despacho de abogados. Allí, la niña aprovechaba por lo general para avanzar con sus tareas o simplemente distraerse en la computadora de Camila. Al llegar las ocho de la tarde, ambas, madre e hija, se desplazaban a su domicilio para completar así una singular rutina que llevaban con mucha tranquilidad. Marcela generalmente le platicaba todo a su madre. Camila llevaba unos pocos meses laborando en ese despacho, pero se le daba muy bien y en la oficina todos les tenían mucho cariño a ella y a su hija. Camila había pillado ese trabajo por las tardes para poder generar los ingresos extra y así poderse dar una buena vida con su niña. En fin, este trabajo le permitía a Camila compaginar bien con sus labores de administradora de empresas en otra compañía por las mañanas y el hecho de prácticamente ser madre soltera.
    
    En una tarde cualquiera de viernes, luego de volver a casa, Marcela entró corriendo a su habitación, cerrando la puerta con ...
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