1. Antes de las vacaciones


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Gays Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos

    ... centro había un grueso aro de metal que actuaba a modo de cierre. Apartando el arnés con cuidado pudo ver un par de juegos de esposas, unas cuantas palas, varios juguetes que no supo catalogar y formas y colores de herramientas que no llegó a definir, semiocultas por el resto de pertrechos que abarrotaban el cajón.
    
    Los pasos de su amigo en el pasillo le habían sacado de su ensimismamiento. Cerró la tapa con rapidez, agarró la primera toalla que encontró y consiguió cerrar el armario sin dar un portazo. Por un momento pensó que le descubriría, que le acusaría de espiarle y violar su intimidad, pero se limitó a preguntarle si había visto su cargador. Iván todavía recordaba con sorpresa lo natural que le había salido la voz al responderle que no, que no lo había visto, antes de irse derecho a la ducha. Tras aquello había logrado aparentar normalidad hasta que se había despedido de Sergio y había vuelto a su casa, donde por fin se rompió el dique que había contenido sus erráticos pensamientos.
    
    Entre todo el caos mental dos ideas parecían salir a flote con más frecuencia que el resto: la primera era un interrogante para el que no tenía respuesta; la segunda era que estaba celoso. Terriblemente celoso. Apartando los celos a un lado consiguió fijar su atención en la pregunta que consideraba que sería más fácil de responder, y era, sencillamente, cómo no se había dado cuenta antes de lo que realmente le gustaba a Sergio. Sus encuentros siempre habían sido apasionados, y le había dejado tomar el control como algo natural. Sergio se imponía y él cedía como respuesta automática. Y le encantaba, sí, pero a pesar de disfrutar enormemente cediendo las riendas, una parte, una esquina de su mente, masticaba de forma insidiosa la idea de que quizá eso no fuese suficiente, que quizá por eso nunca habían hablado de lo que pasaba entre ambos, y que quizá por eso tuviese todo ese cajón secreto. Y, si tenía esa caja, también tendría alguien con quien usarla.
    
    Ese pensamiento le había puesto enfermo. Había acabado por ignorarle, empujándole a patadas hasta el fondo de su subconsciente. Era más sencillo que lidiar con la inmensidad de sensaciones a las que no podía dar nombre y que le atacaban en oleadas cada vez que pensaba en eso. Ni siquiera en la piscina, cuando hacía un largo tras otro para el equipo de natación de la universidad, conseguía que su mente abandonase por completo el tema. Volvía a ello como un perro obsesionado con un hueso viejo. A tanto llegó la obsesión que al final se hartó. Refugiado en el cuarto de la residencia donde vivía echó el pestillo a la puerta, confiando en que nadie le molestaría, e inició una minuciosa búsqueda en internet de todo cuanto había visto en aquella caja.
    
    Había sido la mejor parte, de lejos. Ataduras de todo tipo, no solo con cuerdas, inmovilizaciones, azotes, castigos y recompensas, dolor y mucho placer mezclados de una forma tan sublime que a menudo uno se disolvía dentro del otro. Chats enteros dedicados a ...
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