1. El hijo de mi prima


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Transexuales Autor: Flor Salada, Fuente: TodoRelatos

    ... mi cuarto, para regresar al de mi prima con mis zapatos de aguja en la mano. Contuve la respiración y confirmé que sólo había silencio al otro lado de la casa. Me puse los tacones y me miré libidinosa en el espejo. Estaba guapísima, no me duele decirlo. Me di cuenta de que mi pene abultaba en la ingle y me lo metí entre las piernas. ¡Cómo me gustaba ese vestido!
    
    Sabía que me iba a masturbar ahí mismo. Me debía quedar una hora aún. Sólo tenía que evitar manchar el vestido y tener cuidado en eliminar los pelos amarillos que se solían desprender de la peluca. Me asomé a la ventana abuhardillada y vi a los transeúntes pasar, también a algún vecino en su jardín. Había uno arreglando el césped, con una camiseta sudada. Me concentré en él y empecé a pasar mis manos por mi cuerpo, como si el tipo estuviera mimando mis flores. Le tuvo que llegar mis vibraciones, porque se quitó la camiseta y pude recrearme en un cuerpo que, sin ser un adonis, me servía perfectamente para estimularme visualmente.
    
    Acaricié mis muslos y me subí el vestido. Mis manos recorrieron mis nalgas, abriéndolas y jugando con el cordón del tanga, de forma que también estimulaba mis apretados genitales. Estaba súper cachonda. Me subí el vestido hasta la cintura para estar más cómoda. Iba a mirarme el trasero en el espejo, cuando por el reflejo de la ventana vi que mi sobrino estaba en la puerta de la habitación. No se ocultaba, masturbándose y seguramente con intención de intervenir. Yo estaba sorprendida y algo cohibida, pues era el hijo de mi prima, casi una hermana, y no quería tener ningún problema con ella. Además, si se enteraba, seguramente le contaría mi secreto al resto de la familia.
    
    Pero el chico estaba ahí, tocándose la zambomba, y yo más caliente que una nena como yo en una sauna. Pensé que ya era un poco tarde para evitar el escándalo, al menos con mi sobrino. El chico estaba por la labor y era una tontería poner puertas al campo. Separé los pies y abrí las piernas de forma que mi mano volvió cómodamente a mi auto magreo. Hacerlo con público fue más excitante y mis dedos se fueron recreando cada vez que se acercaban al ano. Quise que el muchacho tuviese un buen recuerdo, y dejé caer el tanga hasta que quedó atrapado en uno de mis tobillos. Me mojé la punta del dedo y empecé a acariciarme más en serio. Dilato pronto por mis buenos hábitos y la yema entró rápidamente en el culito.
    
    Mi sobrino tomó la iniciativa y se acercó para restregar la punta de su polla por mis nalgas. Sentir la suavidad de su glande, humedecida por el precum, me hizo gemir. No obstante, él enfiló el ariete entre mis nalgas, subiéndolo y bajándolo, hasta que la segunda vez que pasó por mi agujerito intentó empujar. Aunque sea de fácil apertura, aquello no estaba preparado. Le sujeté la polla y le ofrecí otras formas de obtener satisfacción. No estaba maquillada y temía su reacción al verme la cara, así que lo masturbé dándole la espalda, dejándole la vista de mi cuerpo depilado y mi culo ...